Otras miradas

23J: unas elecciones que marcarán época

Pedro González de Molina Soler

Profesor de Geografía e Historia y militante de CCOO

Pedro González de Molina Soler

Una urna sobre una mesa antes de la apertura de un colegio electoral, en la localidad malagueña de Ronda. REUTERS/Jon Nazca
Una urna sobre una mesa antes de la apertura de un colegio electoral, en la localidad malagueña de Ronda. REUTERS/Jon Nazca

Parafraseando a Karl Marx: "Un fantasma recorre Europa, el fantasma de la ola reaccionaria".  Una guerra en Europa (Ucrania), la inflación desbocada, el crecimiento escaso, el cambio climático, las crisis institucionales, la crisis de la covid-19, etc., están marcando una época. Se está produciendo un repliegue conservador-reaccionario en la UE. La derecha ha logrado hacerse, o ha mantenido, varios gobiernos en las últimas elecciones, desde Finlandia, pasando por Italia, Grecia, Suecia, etc. La izquierda pasa a un segundo plano con grandes dificultades para enfrentarse al zeigest actual.

Estos aires reaccionarios y conservadores también están afectando a nuestro país, que tras unas elecciones autonómicas y locales desastrosas para la izquierda (la socialdemócrata, por perder gran parte de los gobiernos que mantenía, y la alternativa, por casi desaparecer del mapa), se ha visto abocada a unas elecciones generales anticipadas por Pedro Sánchez. El presidente pretende con el adelanto retener el gobierno y no ser barrido por la ola conservadora. En otra ocasión podremos analizar en profundidad el por qué de estos resultados, pero si podemos adelantar que la falta de implementación local, el excesivo ruido en el gobierno central, y una poderosa señal de división antes de las elecciones explica, en mayor medida, el fracaso de la izquierda alternativa, abocada a una negociación in extremis.

¿Qué derivada tiene estas elecciones en España para Europa? En el actual PPE se está librando una batalla encarnizada entre dos posturas, la de Von der Leyen, que pretende sostener el "pacto europeo de postguerra" con liberales y socialdemócratas (y quizás con los verdes), manteniendo la esencial social de la UE. La otra  postura en liza es la de Manfred Weber, que pretende realizar un acercamiento a la extrema derecha y dar por finiquitado el acuerdo con los socialdemócratas y dicho pacto, inaugurando una nueva época para la UE, donde Europa deje de ser social, dé marcha atrás en las políticas verdes para combatir el cambio climático, y retorne a las políticas austericidas. En el fondo se enfrentan dos concepciones sobre cómo afrontar los problemas de la UE, la neoliberal, que aunque moribunda sirve bien a los intereses de las grandes empresas y de los ricos, y una especie contradictoria de keynesianismo verde, que refuerza el poder de los trabajadores y favorece a las mayorías sociales. España es pieza clave en este combate que tiene una dimensión europea, ya que Von der Leyen ha ayudado en todo lo posible al gobierno de coalición dirigido por Pedro Sánchez, y Feijóo se alinea con Weber.

Aterrizando en nuestro país, en España nos estamos jugando unas elecciones  que marcarán época. Podemos lograr que un gobierno de izquierdas mantenga el poder, con una reconfiguración del espacio de la izquierda alternativa, o que la derecha y la extrema derecha entre a echar por tierra (como el PRR y la CEDA en 1933) con una política de "rectificación" de todo lo logrado en una de las legislaturas más fructíferas de la democracia. Rectificación apoyada por los mass media y la oligarquía económica. Nos estamos jugando una Democracia, en mayúsculas, social, o una democracia, en minúsculas, sin el adjetivo social.

Nos podemos acercar, en caso de que la derecha y la extrema derecha logren el poder, a un escenario italiano. Una izquierda mayoritaria que vire hacia el centro al perder las elecciones, una izquierda alternativa que se desfonde y que quede en una posición muy débil como para lograr ser decisiva en unas elecciones, y un panorama político y social que vire hacia la derecha y se normalicen discursos retrógrados, además del establecimiento de un sentido común de época que dificulte a la izquierda  tocar poder en un futuro próximo.

Es este el escenario en el que nos encontramos si la derecha y la extrema derecha lograsen triunfar. Un escenario de retroceso, de negacionismo climático, de pérdida de derechos, y de vuelta al sufrimiento provocado por las políticas neoliberales. Una reacción conservadora actualmente puede ser letal para las posibilidades de evitar las mayores catástrofes provocadas por las acciones de la contaminación producida por grandes empresas y particulares (especialmente los ricos) que provocan los efectos del cambio climático muy duros en nuestro país.

Es por ello que estas elecciones no son unas elecciones cualesquiera, y en medio de las negociaciones del espacio que pretende agrupar Sumar esto se debería de tener muy en cuenta. Lo que se juega la izquierda alternativa es el ser o no ser. Lo que nos jugamos los ciudadanos y las ciudadanas es una época de retroceso o de avance.

El PSOE no va a lograr el ensueño de volver a las mayorías pre-crisis en el corto plazo. El panorama político, por ahora, nos lleva a un multipartidismo inestable, con dos grandes partidos (PSOE-PP), y diversas fuerzas necesarias para armar gobierno. Una campaña centrada en el voto útil, tratando de movilizar al electorado desanimado a través del miedo, está condenada al fracaso, ya que podría ocurrir, como le puede pasar al PP, que un tirón muy fuerte del PSOE favorezca una mayoría de diputados de derechas y un cambio de gobierno. Aunque las campañas sean autónomas, la una de la otra, el PSOE y SUMAR deben de demostrar que se puede reeditar un acuerdo con otras bases y bajo un proyecto de futuro.

Hay que insistir en que hay que dar confianza, seguridad y un proyecto de país. Esa es la clave para movilizar al electorado progresista. La izquierda debe de acertar con la campaña, lograr insuflar de moral a sus militancias exhaustas, dar motivos para que la ciudadanía nos vote, con una campaña en positivo, intentando evitar la campaña del rottweiler y del miedo, que ya fracasó en el pasado.

El futuro puede ser Italia, o ser nuestra "vía española" hacia el progreso. Nos jugamos varias décadas. Seamos responsables y valientes.

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