De mujer a mujer, de andaluza a gallega... así comenzaba mi presentación en tu acto en Sevilla del que posiblemente no te acuerdes ni de que hablé de Blas Infante, del 4D, de nuestras expectativas como andalucistas en un Sumar que parecía -por primera vez- que se entendía la necesidad de la presencia y la voz andaluza en el Estado. Puede parecer ingenuidad, pero estaba convencida de que era la manera más rápida de conseguir presencia andaluza. Eres hija de un territorio que lo puede entender y eso me animaba a apoyar tu proyecto y asumirlo como un proyecto de todas como lo hicimos, con mucho esfuerzo e ilusión, en el movimiento Sumar Andalucía en el que hay personas valiosísimas y a través del cual se ha conseguido un buen resultado dentro del contexto político en el que estábamos. Había que sumar.
Era -es- un momento muy complicado en el que la extrema derecha podía ocupar zona de poder en el Congreso y ya estamos viendo cómo utiliza el poder la extrema derecha. Siempre he creído que la división de la izquierda no es lo que se necesita y la unión haría posible la continuidad de un gobierno progresista en el que Andalucía tendría su lugar. Todas esas razones me hicieron apoyar el proyecto, un nuevo proyecto político en el que el andalucismo se respetaba y era interlocutor. Ahora, Yolanda, no puedo decir lo mismo. No quiero callarme y aunque esta carta pública no sume ni reste nada necesito escribirla porque nunca perdí la coherencia en la defensa de mi gente y mi país andaluz buscando siempre la mejor forma de hacerlo. Equivocándome, sin duda, pero nunca dejando de intentarlo.
Decía también en aquella presentación que yo era hija de un pueblo herido... y sigo siendo hija de un pueblo herido con puñales hechos de toda clase de materiales algunos ya hasta oxidados de llevar tantos siglos clavados en nuestro pecho andaluz. Esta desilusión que ahora siento, es una más que añado a la lista de ilusiones blancas y verdes que no llegaron a realizarse. Pero desilusión no es rendición. Si algo sabemos las y los andaluces es de desilusiones pero en el fondo de nuestra identidad, por muy al fondo que esté, tenemos heredada la valentía de nuestros turdetanos que no dudaron en rebelarse contra un imperio o de nuestros jornaleros en aquellos levantamientos y rebeliones que hicieron que se formara un cuerpo especial de represión contra los andaluces o la de aquellos moriscos y judíos andaluces expulsados que no se resistieron a volver o el recuerdo vivo en la memoria y en la experiencia de un pueblo andaluz que el 4D y el 28F plantaron cara a quienes desde Madrid querían negarle su historia, una historia plagada de rebeldía aunque se nos quiera presentar como todo lo contrario porque no se entienden nuestras claves.
Tampoco vosotros las habéis entendido – una pena- y no se puede hablar de un proyecto plurinacional en el que Andalucía no sea reconocida como la nacionalidad histórica que es. Sin Andalucía no hay proyecto plurinacional. La plurinacionalidad no es la lengua Yolanda, creía que así lo entendías porque te tengo por una persona culta y sensible.
Si hay algún territorio con una identidad claramente diferenciada es el andaluz, tanto que los demás tienen que acudir a nuestras señas de identidad y apropiárselas para ser conocidos en el mundo. Dejar a Andalucía fuera de las portavocías y sin existencia política en el Estado – en caso de formar gobierno- es un error político y duele y lo siento mucho, en primer lugar, por mi tierra y en segundo lugar porque hay compañeras y compañeros que se han dejado la piel y que me consta que han hecho lo imposible para evitarlo. Te dije en aquella presentación -de la que no me arrepiento porque la hice para ayudar a conseguir esa voz andaluza- que mi padre siempre me decía: nos han robado la Historia pero todavía nos queda una patria en la conciencia.
Y será eso Yolanda, junto a los barrios andaluces más pobres de Europa, las familias sin luz, las tasas de desempleo y la injusticia con Andalucía el revulsivo y la medicina para combatir la desilusión y seguir luchando. De mujer a mujer, de andaluza a gallega, espero que se recapacite, que la humildad política tan necesaria en reconocer errores haga que se encaje la voz de este pueblo singular, milenario, trabajador e imprescindible en un Estado que, sin Andalucía, estará más que incompleto. Un afectuoso saludo, Pilar Távora
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