Otras miradas

Gaza, Israel y "el teatro de la aniquilación"

Jaafar Al aluni

Poeta, traductor y periodista sirio

Gaza, Israel y "el teatro de la aniquilación"
Casas destruidas tras un bombardeo israelí en el este de la ciudad de Gaza, este lunes. Israel advirtió a los ciudadanos de Gaza de que debían desplazarse al sur de la franja antes del inicio de lo que se espera sea una invasión terrestre. EFE/EPA/MOHAMMED SABER

Los árabes saben muy bien que el 11 de septiembre de 2001 no fue más que el preludio de un teatro que, por analogía con el "teatro de la crueldad" de Artaud, podríamos llamar el "teatro del mal". La política exterior de Estados Unidos, hegemónica en el planeta, ha establecido esta dramaturgia. ¿Pero qué teatro está inaugurando Israel con sus agresiones contra los civiles en Gaza? ¿El de la aniquilación, por ejemplo?

Tras unos días en los que la ocupación israelí parecía en estado de shock, los dirigentes israelíes se apresuraron a anunciar que llevarían a cabo una operación de castigo "total", incluida la comisión de crímenes contra la humanidad en Gaza, obviando las declaraciones del Secretario General de las Naciones Unidas de que la imposición de un bloqueo total, incluido el corte de luz, agua y alimentos va en contra del derecho internacional humanitario.

Cortar el agua, las medicinas y los alimentos no ha sido arma aceptable en las guerras que se han venido librando desde la Edad Media, pero Israel se ha acostumbrado a ella; y ha terminado acostumbrándonos a los demás a que tiene derecho a lo que nadie más tiene.

Sin lugar a duda, los ataques de Hamás representan un punto de inflexión en el enfrentamiento entre los palestinos e israelíes, a nivel de planificación, implementación, vigor y, sobre todo, imagen.  No solamente se volaron fortificaciones de hormigón, sino también fortalezas intelectuales de ideas preconcebidas y estereotipadas.


Los israelíes se han relajado, pensando que la cuestión palestina "estaba controlada": más de dos millones de palestinos sufrían, en Gaza,  el peso de un asedio asfixiante, inhumano e ilegal desde hacía dos décadas y ellos pensaron que podrían seguir así otras tantas. Mientras, su gobierno de extrema derecha recrudecía los ataques a la mezquita de Al-Aqsa y los colonos continuaban atentando contra los palestinos y sus propiedades en Cisjordania, sin que ni uno ni otros ocultaran sus intenciones de anexionarse partes de aquella. Ni uno ni otros tienen derecho a sorprenderse o escandalizarse por la reacción de Hamás, por muy terrible que hayan sido sus acciones contra de los civiles.

La sorpresa generada por la capacidad de Hamás en la Franja de Gaza para producir medios y herramientas bélicas y conseguir romper con sus vehículos el asedio asfixiante impuesto a una estrecha porción de terreno, abierto y vigilado desde todos los lados, un territorio completamente llano, sin montañas ni valles, no se ha limitado a los israelíes, sino que se ha extendido a árabes y occidentales.

Así fue como Israel declaró la guerra. Lo que está sucediendo no se trata de una operación militar, puesto que han declarado que llevarán a cabo una destrucción total en la Franja de Gaza, que puede describirse como la zona más densamente poblada del mundo. Es cierto que los israelíes intentan borrar la memoria de los videos del ataque del 7 de octubre -que Hamás ha difundido con profusión-y de recuperar el prestigio perdido ante su pueblo y ante los árabes, difundiendo muerte y destrucción en Gaza. Pero hay algo más allá de esto: los continuos bombardeos, que persisten a pesar de que poco les queda ya por bombardear, son, más que otra cosa, una expresión de confusión y desconcierto.

Y ¿ahora qué? Si la guerra de exterminio y los bombardeos bárbaros continúan destruyendo Gaza, hasta la declaración de que "la misión está cumplida", y luego sale el líder de las Fuerzas de al-Qassam afirmando que el movimiento está vivo y que la resistencia continuará se formará una comisión oficial de investigación, y Netanyahu y su gobierno tendrán que rendir cuentas por su negligencia y la de los servicios de inteligencia.

Algunos afirman que una invasión terrestre para poner fin al control de Hamás sobre la Franja de Gaza es la solución al "dilema de Gaza". Pero ¿cómo? Los servicios israelíes no tenían idea de las capacidades de Hamás y de lo que estaba planeando antes del 7 de octubre. ¿Saben lo que les espera si llevan a cabo una invasión terrestre u operaciones de comando dentro de la Franja, en áreas donde sospechan la existencia de infraestructura militar o, piensan, se encuentran los líderes del movimiento? La respuesta es no.

Por lo tanto, quien tome esta decisión corre un gran riesgo, que puede costarle su vida política y la de muchos soldados. Los dirigentes israelíes no han encontrado todavía la forma de salir de este atolladero. Si no logran sus objetivos en una operación relámpago de la que la gente, si acaso y aun así es poco probable, sólo se enterara después de que haya terminado, el crimen que se está llevando a cabo bajo la cobertura estadounidense-europea continuará. La impresión es que Israel no aceptará el fin de la guerra y el regreso al punto de partida; y, en ese supuesto, será como un monstruo herido y peligroso. Es absolutamente necesario hacer todo lo posible para evitar que sus manos lleven a cabo una guerra de exterminio o, como poco, de expulsión en masa.

Gaza está en peligro de ser el escenario de este teatro de aniquilación.

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