Otras miradas

'Múnich', alarma y la producción de pánico

Guillermo Zapata

Guionista y escritor

Imagen de la película 'Múnich'
Imagen de la película 'Múnich'

Steven Spielberg dirigió Múnich cuatro años después de los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas y apenas dos años después del inicio de la Guerra de Irak. Fue una llamada de alerta, de atención y de reflexión sobre los que estaba pasando en Estados Unidos y en el mundo. La película, de hecho, termina con un plano de las torres.

El argumento de Múnich sigue el atentado perpetrado por la organización terrorista Septiembre Negro contra la delegación israelí en las olimpiadas de Múnich de 1972 y la ofensiva posterior del Estado de Israel. Específicamente, un comando del Mossad que tiene la misión de encontrar y matar a los once miembros de Septiembre Negro que han formado parte del atentado sea de forma directa o financiándolo.

El pasado 7 de octubre, Hamás realizó un terrible atentado contra población civil en Israel en una operación combinada con varios frentes. Hay muchas imágenes horribles de aquel día pero de las que he visto (las que he sido capaz de ver) la imagen de los terroristas bajando en parapente y disparando sobre la población civil, sobre todo jóvenes que bailan en un festival de música, es la que más me ha impactado.

Como me impacta cada vez que, quiera o no, el scroll en la pantalla de mi móvil me devuelve a algún niño palestino absolutamente aterrorizado o a un padre tirado sobre el cuerpo de su hijo, o un periodista que pierde la compostura en un directo y empieza a llorar. O cuando veo las imágenes de un edificio venirse abajo por un misil.

Hace pocos días terminó el festival de Cine Fantástico y de Terror de Sitges. Este año se celebraba el sesenta aniversario del estreno de Los Pájaros, la película de Hitchcock. El lema del festival era "Sesenta años mirando al cielo con miedo". No me quito esa frase de la cabeza.

He leído a gente que dice que es terrible que haya un festival de música a pocos kilómetros de la cárcel a cielo abierto más grande del mundo, pues eso y no otra cosa es hoy la franja de Gaza. Es cierto. Es terrible. Pero nosotros vivimos a apenas unos kilómetros de un mar donde el régimen de fronteras asesina cada día a migrantes y seguimos bailando. Todo el planeta vive y baila en medio de horrores y nadie debería morir por "vivir con ello" o por "mirar hacia otro lado" o por no saber lo que pasa al lado de tu casa.

Ayer estaba con un amigo que me comentó que esa mañana su madre le había enviado un mensaje en el que le alertaban de que el Gobierno había aumentado el nivel de alerta terrorista a 5. Le había llegado por WhatsApp. Tenía toda la pinta de ser un bulo. Lo era. Había salido de la fábrica habitual de bulos que empieza en algunas cuentas de X y grupos de Telegram. Después había pasado a los medios de comunicación que amplifican los bulos y de ahí a las televisiones. El Ministerio de interior se vio obligado a aclarar que desde 2015 el nivel de alerta en España es de 4.

Alguien fabricó un bulo con un único objetivo: que tuviéramos miedo. Meternos más miedo.

Y tiene sentido. Cuando tienes miedo estás menos dispuesto a escuchar matices y tiendes a agruparte para defenderte. Hay gente en este país que dedica una cantidad importante de su tiempo en que tengamos miedo, pero lo que haces para combatir el miedo cuando tienes miedo no hace que sientas menos miedo. Múnich habla de eso, también.

Las guerras fruto del miedo y la sed de venganza no han hecho el mundo más seguro jamás. La operación militar de Israel en Palestina no va a hacer del mundo un lugar más seguro.

Creo que el atentado de Hamás operaba también en esa lógica. Creo que el tipo de imágenes que pretendía evocar es un tipo de terror muy concreto, creo que operaba en el peligroso filo de la "Guerra de civilizaciones". Creo que, entre otras cosas, pretendía utilizar el miedo para separar en lo posible las redes de apoyo a Palestina de Palestina. No creo que, visto lo sucedido en estos años, la sociedad civil palestina espere nada de Estados Unidos o de Europa, pero precisamente por eso me alegro de las movilizaciones que apoyan a Palestina en Europa y Estados Unidos y espero que duren y crezcan, porque creo que tenemos la obligación y la responsabilidad de hacer el mundo un lugar más seguro y tengo el convencimiento de que no se consigue ni con atentados terroristas, ni con bombardeos, ni con bulos.

Los integrismos y los fanatismos, las extremas derechas del planeta, los menos que siempre pueden coger de rehenes a los más, están deseando matarse entre sí. Su razón de ser es matarse entre sí. No tienen dudas. No vacilan. Te llaman equidistante porque están en una guerra y sólo quieren que elijas bando.

Lo mejor que podemos hacer es no cometer el error de pensar que no hemos elegido ninguno. Hemos elegido el mismo en el que estuvimos siempre: el de la sociedad civil internacional. El de quién no tiene forma de defenderse. El bando de quién entiende que nadie merece morir por nacer en Palestina o bailando en un rave.

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