Un día me tocó a mí. Siempre sabes que puede llegarte, pero te niegas a vivir con esa angustia. Pero un día me tocó a mí.
Por primera vez, me atrevo a hablar abiertamente y sin miedo. Un 25N, hace ya 28 años, intentaste asesinarme. Porque esa fue tu intención cuando me violaste y después intentaste matarme. Era una tarde cualquiera para una chica universitaria que regresaba de clase y se dirigía a visitar a un amigo. A las 18 horas aún no era de noche en Canarias. No llegué a tocar la puerta de mi amigo.
Aún me pregunto cada día ¿por qué?
¿Por qué me tuvo que pasar a mí?
¿Por qué quiso hacerme tanto daño? ¿Por el mero hecho de ser mujer?
¿Por qué las mujeres estamos continuamente bajo la amenaza de una violencia machista que nos asesina cada día?
¿Por qué...? ¡Por qué!
"Lo que no se nombra no existe". Esta frase la ha pronunciado en muchas ocasiones la mejor ministra de Igualdad que ha tenido este país, Irene Montero, y hoy la quiero hacer mía. Mía y de todas las mujeres víctimas de violencias machistas. Existimos. Muchas, desgraciadamente, no pueden alzar ya la voz. Las demás la alzamos en su nombre para que no se las olvide.
Y yo, al escribir este artículo (créanme que cada palabra que escribo viene precedida de muchísimo dolor), quiero nombrar. Entre tanta barbarie proferida por la derecha y ultraderecha, quiero decir claramente que el feminismo es, ha sido y será el motor de todas las transformaciones democráticas en este país. Nombrar las medidas, herramientas y protocolos que se han puesto en marcha porque todas ellas, unidas a las leyes desarrolladas desde el Ministerio de Igualdad con Irene Montero al frente, han servido para cambiar estructuralmente nuestro país.
Las violencias machistas son la manifestación más clara de la relación de poder que los hombres ejercen sobre las mujeres; de la desigualdad y subordinación que tenemos aún ante ellos. Sufrimos violencia solo por ser mujeres; da igual nuestro estatus social y económico, nuestra raza o nuestro nivel cultural. El 2023 ha cerrado con la cifra escalofriante de 55 mujeres asesinadas por violencia de género, la más irreparable de las violencias machistas. Si los datos que se contabilizan son por feminicidios, la cifra sube a 100 mujeres asesinadas. Un número que debería alarmarnos enormemente porque, lejos de disminuir, es una cifra significativamente mayor que otros años.
A mí me violaron salvajemente. Las secuelas físicas me lo recuerdan cada día. Después el cabrón intentó asfixiarme hasta que perdí la conciencia y, quizás, esa fue mi salvación. Pensó que había finalizado su brutal tarea y me abandonó en un cuarto de basura.
La ley del solo sí es sí pone como pieza clave el consentimiento expreso al juzgar los delitos sexuales y borra la distinción entre abuso y agresión sexual.
Yo no consentí que me violara. Ni siquiera consentí que me agarrara de la mano hasta meterme a la fuerza en un minúsculo cuarto oscuro. Tampoco consentí tener que oler su aliento a alcohol durante Dios sabe cuánto tiempo; algo que hoy día me sigue produciendo un rechazo inimaginable, aunque quien se haya tomado dos copas sea mi amiga del alma. Pero antes, el no consentimiento no significaba casi nada.
La filosofía de esta ley es el acompañamiento y reparación a las víctimas de todas las formas de violencias sexuales, también las cometidas en el ámbito digital como la pornografía no consentida. No soy capaz siquiera de imaginar qué habría sentido si lo que me ocurrió hubiera sido grabado, difundido en redes sociales y expuesto a una sociedad cruel que se alimenta muchas veces del sufrimiento ajeno.
También contempla que la violencia machista no es solo la que se produce en el ámbito de la pareja o expareja, tal y como establecía la legislación anterior de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. La educación en relaciones sexoafectivas igualitarias, el reconocimiento de las diversidades y de los límites en las edades más tempranas son las claves para eliminar las violencias machistas y luchar contra las violaciones por encima del punitivismo que exige la derecha y la extrema derecha. Los años han demostrado que este no ha servido para eliminar las violaciones y las agresiones, sino todo lo contrario: la falta de educación y formación en relaciones igualitarias ha llevado a que los y las jóvenes usen el porno e internet como factor educacional, potenciando así las relaciones abusivas a edades cada vez más tempranas.
El equipo formado por Irene Montero, Vicky Rosell, Ángela Rodríguez y demás compañeras del Ministerio de Igualdad han conseguido que seamos un referente en políticas feministas a nivel internacional y debemos apostar por desarrollarlas y ampliarlas. Las elecciones al Parlamento Europeo este próximo junio abren una oportunidad única de trasladar todas estas políticas feministas y de protección a las mujeres a Europa.
Yo sobreviví. Después de varios años conseguí volver a poner los pies en la vida y disfrutarla como hacía hasta aquel momento, con 19 años. Hoy escribo por primera vez, para sanar, para decir alto y claro que no hay que dar ni un solo paso atrás y para desear que este 2024 no haya ni una menos. Se acabó.
Comentarios
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