Otras miradas

Fuego amigo dentro del feminismo

Ana Bernal-Triviño

Periodista y profesora en la Universidad Oberta de Catalunya

Marcha feminista en Roma.- Marco Di Gianvito / ZUMA Press / Europa Press
Marcha feminista en Roma.- Marco Di Gianvito / ZUMA Press / Europa Press

Por muchas lecturas que hagamos de las elecciones europeas hay una cosa clarísima: la ultraderecha avanza, no retrocede. Solo hay que ver los colores del mapa de Europa y lo que ya tenemos en España. El caso de Alvise explica mucho. Podemos hablar de la desafección política, de la saturación de información, de la política fan que termina convirtiendo en ídolos a los líderes... y también de poca autocrítica. Al final, se pone la mirada sobre las mujeres como componente imprescindible para frenar a la ultraderecha, quizás porque nosotras sabemos lo que nos jugamos.

Esa ultraderecha tendrá más micrófonos, más voz, y no ayuda ni a los derechos sociales, ni a la inmigración, al colectivo LGTBi o al feminismo. Justo pensaba esto cuando por Twitter vi una noticia de la feminista Silvia Federici y alguna que otra declaración me hizo caer el alma a los pies. Siempre he dicho que lo bueno del feminismo es que no es un dogma. No tienes que seguir a pies juntillas lo que las referentes indiquen, pero me sigue sorprendiendo el olvido y la falta de memoria en nuestras propias filas. Hace unos días justo escribí sobre la falta de memoria en la izquierda sobre la prostitución. Permitirla solo va en contra de la igualdad, de los derechos laborales, y de la legislación del consentimiento. Permitirla solo va a favor de la explotación y del capitalismo.

El tema es que Federici dice: "el feminismo debería dejar de perseguir el trabajo sexual y centrarse en decir 'no' a la guerra". Y aquí es cuando empieza el engaño, el usar reflexiones que parecen más de nuestros rivales. Pues resulta que sí, que el feminismo puede hacer las dos cosas a la vez. Infinidad de feministas se han manifestado, porque su raíz así lo es, a favor de la abolición mientras denunciaban al mismo tiempo la guerra y el ataque de derechos contra las mujeres en cada uno de los conflictos que hay. No es incompatible. Y por cierto, el feminismo NO persigue a prostitutas, sino unas leyes que no fueron creadas por nosotras y cuya retirada se pide. El abolicionismo justo pide no penalizar a ellas, sino a sus proxenetas como delincuentes que son.

No hemos callado con Gaza, Ucrania, Irán, Afganistán... porque además aquí hay compañeras de esos países que son las mejores portavoces. Pero es más: no solo es compatible hablar de la guerra y a favor de la abolición, es que una cosa lleva a la otra. Porque la guerra es el espacio donde todas nosotras (ni una se salva) somos consideradas carnes de cañón porque ellos aprendieron con la prostitución que a nosotras se nos compra, se nos somete y se nos agrede. Por eso el feminismo no puede callar y defiende la abolición como la única manera de crear una educación igualitaria y un imaginario donde las mujeres no sean solo una vagina por la que pagar, sino personas. Porque no pagan por placer, pagan por poder. Educar en la prostitución genera una demanda que lleva, dentro de la propia guerra, a que las mujeres sean violadas como humillación. A ser víctimas de segunda. A que las mujeres sean torturadas sexualmente como cuerpos a explotar. A que las refugiadas sean chantajeadas y violadas para grabarlas a cambio de comida y que luego estén en páginas porno. A que las redes criminales sepan que detrás de cada guerra tienen todo un grupo de mujeres disponibles para ser prostituidas o explotadas reproductivamente.


Quizás lo que está fuera de lugar es denunciar la guerra pero condenar a las mujeres que están en ella a ser mercadeadas desde la vulnerabilidad para sobrevivir. Quizás lo que está fuera de lugar es hablar de pacifismo pero permitir un belicismo invisible sobre las mujeres por parte de un patriarcado que solo busca explotarnos.

También Federici debería de saber que lo que llaman "ley del PSOE" no era una ley, sino una reforma del código penal donde no van las ayudas de las mujeres, porque eso no va en ninguna reforma del código penal. Pero quizás como no vive en España desconoce cómo funciona nuestro sistema. Federici nunca ha sido prostituta, ha trabajado siempre desde el despacho de una facultad. Quizás debería escuchar a las mujeres prostituidas, sobre todo frente a la falacia de "son peores otros trabajos". Sonia Sánchez ha escrito una de esas cartas a Federici, porque mujeres como ella sí saben de qué hablan porque lo han vivido en su piel. Muchas de ellas inmigrantes que denuncian cómo detrás de la regulación de la prostitución hay colonialismo, capitalismo y clasismo.

Para terminar apunta Federici que "la diferencia entre izquierda y derecha se está perdiendo, ambas forman parte de la fuerza motriz del capitalismo". Y bueno, cabe pensar que la diferencia entre machismo y feminismo también se diluye cuando algunas voces piden lo que demanda el patriarcado y son parte de esa fuerza motriz del capitalismo que explota a las mujeres. Quizás esto explica la desafección política de muchas. Quizás esto explica los resultados del Parlamento Europeo o los ayuntamientos. Quizás esto explica la falta de rumbo. Porque estamos solas. Y lo peor es que no van a cambiar. Habría que preguntarse por qué se hace, en mitad de una guerra real y patriarcal, y que al final lo que nos llegue al feminismo sea fuego amigo.

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