Otras miradas

Personalismo y ausencia de legitimidad democrática de la exlíder de Sumar, Yolanda Díaz

Ramón Soriano

Catedrático emérito de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

Yolanda Díaz atiende a los medios.- EFE/ Jesús Diges
Yolanda Díaz atiende a los medios.- EFE/ Jesús Diges

En la noche de la celebración del acto multitudinario de presentación de Sumar en Magariños, el 2 de abril de 2023, redacté este artículo de prensa no publicado. Había que conceder un margen de confianza a un nuevo -otro más- experimento de coalición de las izquierdas a la izquierda del PSOE, promovida por Yolanda Díaz, alzada a la vicepresidencia del Gobierno por la decisión unilateral de Pablo Iglesias, entonces vicepresidente del Gobierno y secretario general de Podemos. Recuerdo que únicamente presencié una crítica a la nueva líder, sorprendente proviniendo de una ministra del ala PSOE del Gobierno, Margarita Robles, que dijo públicamente que la plataforma Sumar era "un proyecto personal y nunca uno puede personalmente transformar la sociedad".  

Mi artículo tenía un evidente valor profético, porque el personalismo y la inicial ausencia de legitimidad democrática de Yolanda Díaz han seguido acompañando a sus actuaciones hasta su reciente dimisión como coordinadora de Sumar. La mirada retrospectiva es un instrumento, que ayuda a explicar y aclarar los hechos actuales. Por eso creo que mi artículo merece su publicación ahora. Va a continuación.

Reconozco que me ha sorprendido el acto de proclamación de Sumar en Magariños. Ha sido una loa a Yolanda Díaz, mientras que los líderes de los otros partidos, que conforman Sumar, estaban prácticamente desaparecidos, únicamente levantándose de su asiento entre el público cuando Yolanda Díaz le agradecía su presencia.  Me esperaba otra cosa: más participación mediante la exposición de las líneas generales de un programa colectivo de los partidos confluyentes en Sumar, y no un discurso unilateral de la promotora de Sumar, repleto de una sucesión de gracias y más gracias a los presentes y ausentes. Un discurso salpicado de referencias personales: su padre, su hija Carmiña, de donde ella viene y un largo etcétera. Un discurso ad gloriam et honorem de la líder de Sumar, interrumpido con un constante y estruendoso ruido.   

El sociólogo Max Weber en su monumental Economía y Sociedad describía tres modelos de legitimidad: la legitimidad por el carisma, la legitimidad por la tradición y la legitimidad por el procedimiento. Aludía a esta última como la propia de las sociedades modernas. Las otras dos siguen teniendo sus adeptos y aplicación en los regímenes políticos no democráticos de nuestra época. No lo advertimos porque vivimos en una isla de democracia, de la que nadie sabe aventurar hasta cuándo va a perdurar, pues múltiples peligros internos y externos la acechan constantemente. Fuera de ella encontramos regímenes políticos, que se rigen por los otros dos métodos de legitimidad. A veces los extremos se tocan, pues el carisma tanto funciona en la extrema izquierda como en la extrema derecha 


En una sociedad avanzada democrática, como es nuestro país, sin que esto quiera decir que goza de una democracia plena, el procedimiento democrático está siempre presente en la Constitución, nuestra carta magna, en las instituciones públicas, en la escena pública y en la política. Estamos constantemente eligiendo a nuestros representantes en todos los niveles del territorio del Estado. Frecuentemente votamos a quienes nos representan, como comisionados de nuestra voluntad política. Votamos a nuestros representantes en el Congreso de los Diputados para que ellos voten a nuestro presidente del Gobierno. Por eso nos sorprende y enfada cuando se produce una designación y no una elección de alguien para representar o gobernar a una comunidad. Y más nos disgustamos si, bajo la apariencia formal de una elección, se esconde una verdadera designación, como acostumbran a hacer diputados y senadores en la "elección" de numerosos cargos relevantes del país. La dedocracia no forma parte de nuestro entorno democrático; sólo la aceptamos en muy contados casos de designación de personas de confianza de importantes cargos de gobierno, como los ministros designados por el presidente del Gobierno. Y con todo el Parlamento puede reprobarlos mediante una votación.  

La elección y los votos forman ya parte de nuestra esencia como demócratas, de nuestra escena y convivencia políticas, de las relaciones entre representados y representantes, de nuestra Constitución y del ordenamiento jurídico. Hemos desterrado como métodos de decisiones políticas el carisma y la tradición. 

Esta introducción me sirve como marco teórico para tratar ahora el asunto de la presentación pública de Sumar en Magariños. El secretario general de Podemos y vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, antes de dimitir de ambos cargos, hecho insólito donde los haya en política, para defender a su partido en las elecciones autonómicas de Madrid, señaló con su dedo a Yolanda Díaz, una de las ministras de Podemos en el Gobierno de coalición con el PSOE, como su sucesora en el cargo de vicepresidente del Gobierno. Ella aceptó agradecida. 


Posteriormente Iglesias ha reconocido que no debió emplear la designación directa para un cargo público y que esta designación debía de haber sido sustituida por una elección desde las bases del partido. La candidata respondió entonces con el silencio al mea culpa de quien la había designado. 

Después, Yolanda Díaz se ha opuesto a la exigencia de Podemos de un compromiso por escrito de que habrá elecciones primarias en el seno de Sumar, confluencia de partidos políticos a la izquierda del PSOE. Oposición a una propuesta de procedimiento democrático en las elecciones de las candidaturas de Sumar.  

Finalmente, el 2 de abril de 2023, Yolanda Díaz, en el acto de presentación de Sumar, arropada por líderes de partidos políticos situados a la izquierda del PSOE, ha proclamado que "se presenta como candidata a la presidencia del Gobierno de España" y que "hoy representamos otra forma de hacer política, donde cabemos todas". En su discurso no habla de primarias ni de la elección del candidato/a la presidencia del Gobierno por primarias en el seno de Sumar. En política los silencios son importantes y tienen un significado positivo. Ese mismo día algunos diarios proclamaban a Yolanda Díaz como candidata a la presidencia del Gobierno.  


Ahora bien, si la candidata se proclama como garante de las decisiones comunes compartidas y de los procedimientos democráticos para llegar a ellas, ¿por qué razón no deja a un lado su designación por Pablo Iglesias, que al fin y al cabo no era otra cosa que secretario general de un único partido, y comunica claramente que habrá elecciones primarias a la presidencia del Gobierno en el seno de los plurales partidos políticos que conforman Sumar? Ganaría sin dificultad las primarias, obteniendo la legitimidad de la que carecía. ¿No es éste el procedimiento democrático debido? ¿Va a dejar fuera del acto de la elección a tantos militantes de los partidos confluyentes en Sumar? ¿Le basta la designación de Iglesias, a quien le critica por sus propuestas bilaterales? ¿Es suficiente para la candidata, acaso, la designación -otra vez la designación- por parte de los líderes de los partidos confluyentes en Sumar sin contar con la elección de las bases de estos partidos? Sería paradójico, porque la mayoría de los partidos de Sumar practican las primarias en la elección de los cargos públicos. ¿Le bastan, en fin, los aplausos del acto de Magariños para considerarse y proclamarse sin más candidata a la presidencia del Gobierno? Son preguntas que debería contestar para tranquilizar a la ciudadanía, especialmente a los militantes de los partidos aglutinados alrededor de Sumar. Nada ha dicho en su discurso, pero podría decirlo mañana.  

Candidata Díaz a la presidencia del Gobierno: no descarto que finalmente Sumar convoque primarias en general y primarias a la presidencia del Gobierno. Me decepcionaría que no fuera así. Insisto en los procedimientos democráticos. Sea consecuente. Lleve la democracia a todos los intersticios de su proyecto Sumar, del que muchos/as esperamos que tenga éxito. Dé ejemplo ante todos y todas de que la nueva coalición se regirá por los procedimientos democráticos a todos los efectos y consecuentemente someta la candidatura a la presidencia del Gobierno a los electores de Sumar. Sería un buen ejemplo ante la ciudadanía en general, porque colocará a Sumar en el más alto ranking del respeto a las exigencias del art. 6 de nuestra Constitución, a la que tanto alude en sus discursos: "La estructura interna y el funcionamiento de los partidos políticos deberán ser democráticos".  

Y lo más importante: habrá cumplido con sus palabras antes citadas en la puesta de largo de Sumar: "hoy representamos otra forma de hacer política, donde cabemos todas" 

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