Otras miradas

La mochila austriaca o el pozo de los deseos

Cándido Méndez

Patrono de la Fundación Alternativas y ex secretario general de UGT

Feijóo asiste a un acto de campaña electoral del PP en Cádiz. -NACHO FRADE / Europa Press
Feijóo asiste a un acto de campaña electoral del PP en Cádiz. -NACHO FRADE / Europa Press

La mochila austriaca es el pozo de los deseos para quienes dicen querer remover los obstáculos para crear empleo, sobre todo para los jóvenes y para quienes acarician el sueño húmedo de abaratar el despido, imponer el contrato único, y/o expandir los fondos de capitalización privados en nuestro sistema de pensiones, y todos pensando que el desempleo se cura rebajando derechos de los padres, y así, desprovistos también de derechos los hijos, facilitar la sustitución de aquellos por estos. La lucha de clases sustituida por la guerra de generaciones.

Desde 2003, cuando nació, y en la expectativa de cambios laborales en España, siempre aparece la mochila austriaca como la mejor caja de herramientas para nuestro mercado laboral. El PP la incrusta en su programa para el 23J.

¿Cómo es la cuna de la mochila? Austria es menos de la quinta parte en términos territoriales y poblacionales que España. Su PIB es, sin embargo, un tercio del español y su presión fiscal y gasto público son casi cinco puntos superiores a los españoles. El salario medio austriaco es de 52.666 € anuales, y el español de 28.360. La tasa de paro es del 4,6%, casi la tercera parte de la española. Por último, un dato socialmente relevante: en Austria, fruto de las políticas socialdemócratas, el parque de viviendas sociales para alquiler es del 25%, es decir, diez veces más que el de nuestro país. Este dato, junto con la extensión territorial, es decisivo para que la movilidad laboral territorial sea aceptable, caso de Austria, o erizada de dificultades como en España.

En Austria, con anterioridad a la implantación de la mochila, el despido era libre y sin indemnización (no han ratificado el convenio 158 de la OIT sobre despido causal) hasta los tres años de antigüedad, lo que provocaba, para no pagar las indemnizaciones, una alta rotación laboral, y esto trajo como consecuencia que se abordara una negociación, para corregir esa situación indeseable, entre sindicatos, empresarios y gobierno.


Esta negociación alumbró la denominada mochila austriaca, que consiste en que los empresarios aportan a un fondo una cantidad por trabajador, del 1,5% del salario, equivalente a 5-6 días de salario, y ese fondo individual atribuido a cada uno de los trabajadores austriacos va unido a él en los sucesivos cambios de trabajo que tenga (de ahí la mochila), por motivos voluntarios, objetivos o disciplinarios, e irá acumulando recursos de los que podrá disponer si lo necesita u, objetivo deseado por los firmantes, recuperarlo en la jubilación como un complemento de pensión.

Este fondo, privado, tiene además la garantía, supervisada por el Estado, para las cantidades ingresadas de que la rentabilidad no sea negativa, si las inversiones que se hacen no lo aseguran, como ocurrió en la recesión de 2008. En un principio era para los nuevos contratos, pero con el tiempo se adhirieron la gran mayoría de los trabajadores, y muchos de ellos echaron mano del fondo antes de la jubilación, por lo que el objetivo deseado ya se malogró en breve tiempo.

El resultado práctico es el de funcionar con un contrato único, al no haber distingos entre unos trabajadores y otros, y es por lo que quieren importar sus defensores la mochila para España, y así se conseguiría, afirman, neutralizar el denominado efecto LIFO: "entras el último, pero te vas el primero", y que contribuye, argumentan, al elevado desempleo de los menores de 25 años en España, por ser el despido más barato.

¿Ha funcionado en Austria la mochila para reducir el diferencial de desempleo entre los jóvenes y el resto de la población laboral? Las ultimas cifras en Austria de desempleo total son 4,6% y el de los menores de 25 años del 10,3%, mientras que el paro de mayores de 24 años en adelante es del 3,8%. En España, como en Austria, el paro juvenil duplica al general, luego esta caja de herramientas no parece eficaz para resolver este grave problema.

Hay algunos atrevidos que establecen una correlación entre el bajísimo nivel de paro austriaco y la mochila. En diciembre del año 2000 el desempleo en Austria era del 3,7 y el juvenil el 6, claramente inferiores a los actuales con la mochila a todo trapo, por lo que esa correlación no se sostiene.

La penúltima propuesta, con simulaciones incluidas, que conocemos es la del Banco de España, que no se atreve a proponer una descausalización general del despido, como ocurre en Austria, y plantea un cajón de sastre, mezclando dinero público procedente de los fondos europeos con una implantación parcial de la mochila, y usándola como subterfugio para abaratar el despido reduciendo su cuantía al 50%.

Importar experiencias laborales exitosas de un país, haciendo abstracción de las diferencias entre una sociedad y otra, es poco responsable, y más aún, como en el caso de la mochila austriaca, pretendiendo que oficie de Caballo de Troya para degradar derechos laborales, alejándonos de nuestros problemas  reales, como son los bajos salarios, el bajo nivel de innovación y productividad, ligados al insuficiente tamaño de la mayoría de las empresas españolas, y el doble reto de las transformaciones verde y digital y los cambios formativos y estructurales que exigen.

En España llevábamos mucho tiempo devanándonos los sesos para reducir la temporalidad, y resulta que en nuestra propio marco de relaciones laborales teníamos la solución, suprimiendo un contrato, veneno para la estabilidad, el de obra y servicio, y expandiendo el fijo-discontinuo, que tiene antecedentes en nuestra historia laboral con el denominado fijo de temporada, en distintos sectores de  la agricultura, industria  y la hostelería, pero que tienen un patrón común que es el de la estacionalidad.

Soy consciente de que hay aspectos que pulir, que no resuelve el problema de la precariedad, que es más profundo que la temporalidad, y que la lucha contra el paro tiene que venir, sobre todo de la actividad productiva, pero funciona y ha sido fruto del dialogo social, como lo fue para Austria la mochila austriaca, que es la mejor garantía para resolver los problemas laborales.

Los Tratados de la Unión ponen reglas comunes para la deuda y el déficit, pero consideran políticas nacionales las de empleo y las de Seguridad Social, y así se ha demostrado con el aval a la reforma laboral española y a la reforma de las pensiones, de manera tal que es responsabilidad de los gobiernos nacionales -no atribuible a la UE- cualquier recorte que se perpetre en materias tan sensibles como los derechos a una indemnización justa o a una pensión digna.

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