Otras miradas

Que no nos confundan: más feminismo

María José Landaburu

Doctora en Derecho

Unas manos forman el símbolo feminista, durante una manifestación por el 25N en Barcelona. EUROPA PRESS/Lorena Sopêna
Unas manos forman el símbolo feminista, durante una manifestación por el 25N en Barcelona. EUROPA PRESS/Lorena Sopêna

Cada vez que escribo algo para este rincón de opinión paso un buen rato pensando en el titular. No es este el caso, me uno al grito común, a la expresión de dos palabras que son la clave de futuro para una sociedad justa e igualitaria: más feminismo. Eso es en mi opinión lo que se deduce de los datos arrojados por la reciente encuesta del CIS al respecto de lo que opinan los ciudadanos sobre la igualdad, las políticas feministas y la discriminación.

Ya todas conocemos los datos y la alarma que genera que siga existiendo soterrado o no tanto un sentimiento y una ideología de construcción social puramente machista. Un porcentaje no desdeñable de los varones (44% según la encuesta) se opone a que las mujeres tengamos los mismos derechos y libertades que ellos para trabajar, para disfrutar de nuestra afectividad y sexualidad, para participar de la escena pública y desarrollarnos en la privada: nos consideran inferiores, subordinadas incompletas. Forma parte de una construcción cultural que se ha sedimentado durante años con la única intención de mantener su superioridad sobre la otra mitad de la población a toda costa. Sin embargo, los datos también reflejan que ya hay una mayoría social de hombres y mujeres que entienden la igualdad entre géneros como eje vertebrador de una sociedad democrática y comparten por tanto el trabajo y el empeño feminista. Es un gran logro si echamos la vista tan solo unas décadas atrás.

Me pregunto por qué tantos titulares al respecto de unos datos que reflejan que aun no está todo conseguido, y que efectivamente es en la juventud donde se encuentra la base del problema. Siempre dijimos que la educación es el principio del cambio. Me pregunto por qué cuando asesinan a mujeres y a sus hijos no revientan las rotativas de tinta roja de ira, por que cada vez que se instauran políticas feministas, se llenan las televisiones de opiniones sobre el coste económico que suponen. Parece más bien que no se trata de un interés real en muchos casos, sino de sedimentar el retroceso que sigue a cualquier avance. Que aun haya un porcentaje relevante de los hombres que se aferre a la posición de dominio que les otorga el patriarcado no nos debe hacer desfallecer, sino permanecer, resistir y defender los avances conseguidos y que nos han llevado a ser uno de los países lideres en legislación feminista en el mundo.

Y luego está la cuestión que como afrontar estos retos, pasaron los tiempos en que había que ir convenciendo a los otros sobre la oportunidad de que estemos en todos los espacios, sobre que constituimos la mitad del talento además de la mitad de las personas que habitamos este país. Es el momento de exigir, de plantarse. De educar y concienciar, sí, pero de no bajar la guardia también, de entender que nos jugamos muchísimo en este proceso, tanto como cumplir el mandato constitucional que vela por nuestros derechos humanos y que exige que la igualdad sea real y efectiva. Nos jugamos la felicidad, la tranquilidad, el libre ejercicio de nuestra personalidad, pero también la vida, o ¿nos olvidamos de las más de dos mil mujeres asesinadas por el machismo estructural?

Es este un momento histórico en el que no debemos dar ni un paso atrás, ni dividirnos con matices.  Hay muchos recursos invertidos en falsedades, medios de comunicación, opinadores, partidos políticos que directamente niegan la existencia de la desigualdad y otros que pactan con ellos y los amparan. Nosotras solo tenemos la razón y la palabra, pero también la capacidad y la obligación de estar unidas y ser valientes, defender con uñas y dientes a las personas que han puesto y ponen la cara y el cuerpo para sacar leyes, normas y poner sobre la mesa debates que son necesarios, no sucumbir ante la desesperanza ni ante la manipulación. Y por supuesto reclamar los mayores esfuerzos contra la violencia de genero.

Frente a los datos: rigor y unidad. La botella esta medio llena, que no nos engañen, necesitamos juntas y juntos mas feminismo.

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