Otras miradas

¿Sigues con lo del teatro?

Amanda Gómez

Actriz

Pixabay.
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Mañana domingo 10 de marzo se celebra la entrega de los premios Oscar, una cita con el cine rodeada de glamour y estrellas del star system. Todos los ojos estarán puestos en una gala muy seguida por millones de cinéfilos de todo el mundo, y que este año nos da especial emoción por la presencia de dos películas españolas entre las nominadas: La
sociedad de la nieve y Robot Dreams.

Nos gusta ver brillar a las estrellas de cine mientras desfilan por la alfombra roja. Nos gusta el glamour. Pero aún seguimos sin darnos cuenta de lo muchísimo que cuesta sacar una película adelante o lo complicado que es ganarse la vida como artista en nuestro país. Vivir de la profesión de actriz siempre ha sido un reto. Tan sólo explicar a tus familiares y amigos que eliges ese camino, ya supone un desafío. Todo actor teme ese momento cenando con un amigo, cuando de repente, llega esa pregunta incómoda: "¿Qué andas haciendo ahora? ¿Sigues con lo del teatro?".

¿Lo del teatro? ¿Qué contestas a eso? Porque tú sabes que estás preparándote y trabajando sin descanso. Pero nadie entiende que tu vocación supone, en muchos casos, ingresar menos de 12.000 euros al año (una cantidad por debajo del salario mínimo interprofesional), y aún así, sigues sintiéndote feliz cada vez que pisas un escenario y continuas en tu batalla diaria de actuar en teatros, salas alternativas o donde te dejen. Lo que recaudas a veces no sirve ni para cubrir gastos, vestuarios, escenografía...

Hace un mes, la Fundación AISGE publicaba un informe con datos demoledores del sector artístico en España, según el cual 3 de cada 4 actores no consigue ganarse la vida con esto. La mitad de la profesión ingresa menos de 3.000 euros al año, con un 72% por debajo de la línea de la pobreza. Muy lejos quedan los premios Oscars y el lujo que rodea a su puesta en escena.

Vivimos en un país en el que tan sólo un 7% de los profesionales ingresan por encima de los 30.000 al año. Las mujeres salimos peor paradas que los hombres, trabajando menos días al año y con peor remuneración. Sin mencionar los casos de acoso y abuso sexual, o las "obligaciones de género", como la maternidad y cuidado de los niños.


Duele leer estas cifras. Pero tú quieres tanto lo que haces que te levantas y sigues buscando un casting o un texto que te emocione. Te gastas tus ahorros en un curso de interpretación, en un book de fotos, dedicas horas a montar una página web mostrando tus mejores trabajos, buscas representante, escribes un monólogo o un cortometraje y lo grabas como sea. Llamas a todas las puertas, vas al cine, estudias sin descanso viendo series y películas, haces deporte y te cuidas. Porque sabes que cuando llegue tu oportunidad, tu parte está hecha.

Pero tienes que pagar el alquiler, así que buscas empleo de otra cosa mientras tanto. Haces malabares para organizar tus horarios de formación y de ensayos con un trabajo, generalmente, precario y mal pagado, pero que te deja tiempo para hacer lo que quieres.

La salud mental empieza a resentirse, porque tu mente es un hervidero de creatividad pero, al mismo tiempo, estás cansado. Te cuesta llegar a fin de mes, y tu entorno te dice que te busques un curro de los de verdad. Y aunque a veces el ánimo flaquea y lo ves casi imposible, no puedes renunciar a hacer lo que te gusta. No puedes elegir, porque ya has elegido. Por eso, sigues. No te rindes.


Para despejarte, te escapas al cine y de repente ves ese fenómeno maravilloso, La sociedad de la nieve, una película extraordinaria dirigida por Juan Antonio Bayona. Te llega al corazón y sabes que eso es lo que quieres hacer. Contar historias. Y acabas viendo los Oscars y te emocionas pensando en la ilusión que te haría que Bayona recoja el premio a
Mejor Película de Habla No Inglesa, por una película en español que ha traspasado todas las fronteras. O a Pablo Berger por una joya de la animación como Robot Dreams.

Atrás quedó una pandemia que, en gran parte, conseguimos superar gracias a películas como éstas. Las series en plataformas digitales y el cine nos acompañaban en el encierro. Y nos siguen acompañando en los pocos ratos libres que tenemos después del trabajo, o de hacer la cena y acostar a los niños.

Porque a veces olvidamos que detrás de cualquier obra de teatro, película, cortometraje o serie, hay mucho trabajo y muchas personas detrás. Entreteniendo, emocionando, haciéndonos reír o llorar. Garantizar unas condiciones dignas para desarrollar la actividad artística y respetarlo, es lo mínimo que podemos hacer en vez de juzgar y criticar una profesión muy difícil de llevar en este país.

Cuidar de nuestra cultura es trabajo de todos. Y empieza por respetar y proteger a la profesión artística, poniendo en valor el esfuerzo de tantas personas. Por dejar de llamar "subvencionados" a uno de los colectivos que más precariedad arrastra desde hace años y que más resiliencia tiene. Por ir más al cine a disfrutar de nuestra cultura. Por no hacer preguntas como "lo del teatro". Por escuchar y empatizar más con los demás, como decía Meryl Streep al recoger el Premio Princesa de Asturias. Por ver los Oscars, sí, pero sobre todo, por ver nuestro cine y saber que hay mucha gente deseando pagar el alquiler viviendo de su profesión.


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