Aumenta la tensión entre la OTAN y Rusia y, aunque ambos lados poseen armas nucleares "clásicas", no las van a utilizar. Si lo hizo EEUU en 1945 contra 250.000 japoneses desarmados fue porque entonces era el único que poseía esas armas y, por ende, no tenía miedo a la represalia, situación que cambió cuando la Unión Soviética fabricó en 1949 la suya.
Al inicio del 2022, y un año más, las cinco superpotencias mundiales poseedoras "legales" de las armas de destrucción masiva nucleares -EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia, China- nos volvieron a prometer que respetarán el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, que firmaron en 1968, junto con otros 186 estados. Al club se unieron después India, Pakistán, Israel y Corea del Norte, demostrando que nadie ha podido parar el proceso de la aniquilación de la gran parte de la humanidad a manos de unos cuantos.
Las estadísticas nos dicen que, el arsenal nuclear mundial se ha reducido, pasando de 70.000 cabezas nucleares en 1990 a unas 15.000 en 2017. Nada que celebrar: por un lado, incluso un tercio de esta cantidad es más que suficiente para enviar a la Tierra al agujero negro del Cosmos, y por otro, se está destinando más presupuesto a fabricar más y "mejores" armas nucleares, año tras año. En 2020, los nueve Estados destinaron 72.000 millones de dólares a sus proyectos nucleares, 1.400 millones más que en 2019: no era asunto suyo que la pandemia arrancase la vida de cientos de miles de personas por no tener acceso a sanidad.
"Beijing pronto podría tener la capacidad de lanzar un ataque nuclear sorpresa contra EEUU", alerta el general John Hyten, vicepresidente del Estado Mayor Conjunto del país americano. Una de dos: o ha percibido, no se sabe cómo, que los chinos se han vuelto locos, o se burla de la inteligencia de su audiencia. Se trata del "¡Que viene el coco!", y tras el rentable negocio del "terrorismo islámico" encabezado por el agente de la CIA, Osama bin Laden, y los grupos de extremaderecha religiosos, desde 2012 se ha inventado otro: China. Así, el Complejo Industrial-Militar de EEUU sigue haciendo fortuna organizando conflictos, que además le permite mantener el control sobre la política mundial y de paso exportar la profunda crisis social que está sufriendo la superpotencia en esta fase de su decadencia. No debe sorprender que la compañía Raytheon -que en 2020 recibió el contrato para diseñar y fabricar el misil nuclear de largo alcance (LRSO), producirá 1.000 unidades y cobrará por cada uno 10 millones de dólares- colocase en 2021 a uno de sus directivos, Lloyd Austin, en gobierno de Biden como Secretario de Defensa.
El acuerdo de AUKUS, firmado entre EEUU, Reino Unido y Australia el 14 de agosto -un día antes de que Biden entregase Kabul a los Talibán, en la frontera sur de China-, planea equipar los submarinos australianos con misiles nucleares en el Mar de China Oriental. Por lo que, según los rumores filtrados de las conversaciones secretas -en curso en Viena- entre Irán y los 5+1 para firmar un acuerdo nuclear, China ha impuesto a EEUU la condición de cooperar en el expediente iraní si anula el AUKUS.
Las armas nucleares miniaturizadas
El uso de las armas de destrucción masiva es un acto terrorista (de un Estado contra cientos de miles de civiles), tenga el tamaño que tenga.
Durante su mandato, Donald Trump reanimó el desarrollo de Mini Bombas Nucleares (MBN) o "Pelotas nucleares" (por su tamaño), y en 2019 nació la criatura: una nueva generación de ojiva termonuclear llamada W76-2, de solo 164 kilogramos y una potencia explosiva de cinco kilotones -"sólo" un tercio de la bomba arrojada sobre Hiroshima de 100 kilotones de TNT-, que podrá ser lanzado desde un submarino Trident. La Guerra de Galaxias, financiada por Trump en su odisea espacial, planea colocar estas bombas en el espacio.
Se trata del arma más peligrosa del mundo, por:
- Hacer que sea más probable el uso del arma nuclear. Alegan que las "antiguas" tienen un poder tan destructivo que hace imposible su uso y que simplemente sirve para disuasión. ¡Falso! EEUU es el primero y único Estado que sí ha empleado estas bombas, en Japón, y no las lanzó sobre los mandatarios del país (que tampoco hacía falta), sino sobre millones de civiles desarmados de Hiroshima y Nagasaki en un acto de "pedagogía del terror", con el mero fin de exhibir su poderío ante sus rivales y enemigos. La idea de recurrir a las MBN es provocar mini-infiernos en las lejanas tierras y recibir un menor daño en caso de que la víctima aplicase el "ojo por ojo".
- Es fácil de transportar por su tamaño, una bomba portátil: un solo soldado puedo colocarla en lugares estratégicos, aunque luego fuese imposible saber si un edificio emblemático o un puente ha sido volado por determinados Estados o por un grupo terrorista "yihadista". Podrá ser lanzada por unos paracaidistas o disparada por tanques y aviones en forma de proyectiles de uranio empobrecido, como sucedió en Irak y Yugoslavia.
- Las MBN no entran en la contabilidad del número declarado de dichas armas por los Estados.
- Al no estar en silos, el enemigo no podrá localizarlas. EEUU piensa que podrá servir, por ejemplo, para destruir los almacenes subterráneos de armas químicas y biológicas del enemigo (¡muy inteligente! ¡imaginen el impacto de una bomba nuclear sobre un depósito de armas químicas!). Si planea utilizarlas contra las instalaciones nucleares de Irán, parece que no sirven: según la organización estadounidense Physicians for Social Responsibility, un arma con un kilotón de potencia requiere adentrarse en la tierra por lo menos 60 metros para que su explosión sea contenida, y esas MBN no penetran más de 10 metros, por lo que no afectarían a las supuestas "ciudades subterráneas" iraníes creadas a 50 metros de profundidad. Su estallido, simplemente, crearía una tierra quemada a un kilómetro a la redonda. Pero, si la Agencia de Inteligencia de Defensa afirma que en el mundo hay unos 1.400 objetivos subterráneos estratégicos, la industria es capaz de fabricar las MBN a la medida de cada uno: hay negocio para rato.
- No puede ser detectada antes de ser lanzada: en estos ataques, el "tiempo es oro".
- Su supuesta "escasa" capacidad de radicación: "un poquito" menos que Little Boy en Hiroshima, y aun así causaría gravísimas enfermedades a los supervivientes. Un ejemplo de lo que significa "hacer menos daño" para los fabricantes de armas, es el mini Sistema de Armas M-29 Davy Crockett, construido a finales de 1950, para usarlas contra las tropas soviéticas y norcoreanas. Era el más pequeño construido hasta entonces: pesaba 23 kg, tenía una potencia de 20 toneladas de TNT, pero una capacidad de radiación de más de 100 Sv (Sv es la sigla de Siveret, unidad de medida para indicar la peligrosidad de una radiación. Un Sv entre 0,25 y 3 provoca la pérdida de médula ósea, daños en ganglios linfáticos, bazo y la muerte).
- Y, para reducir los tiempos de vuelo de los misiles nucleares, el Pentágono planea instalarlos en la base de Diego García en el Océano Índico, cerca de China, Irán e India.
El principal ganador: la industria nuclear
En EEUU, los fabricantes de armas nucleares reciben un trato privilegiado:
- Su comprador en exclusivo es el propio gobierno.
- Al estar prohibido subcontratar otras empresas para fabricarlas, dichas compañías tienen el monopolio de hacerlo.
- Ganan una cantidad ingente de dinero sobre el contrato, aunque su producto no llegase a ser utilizado o sea defectuoso. Para los cazas F-35 -el sistema de armas más caro de la historia-, por ejemplo, los fabricantes ya han cobrado 11 millones de dólares, y ahora que no vuelan cuando su combustible se recalienta (entre otros fallos), exigen más presupuesto a los contribuyentes en vez de indemnizarlos.
EEUU ha destinado 2 billones de dólares para actualizar los componentes de la tríada nuclear (los dispositivos disparados desde tierra, mar y aire) para los próximos 25 años. Los dos principales encargados de realizar tal misión son el Laboratorio Nacional de Los Álamos, con 10.000 empleados, y el Lawrence Livermore National Laboratory, con un personal de 7.400 en la plantilla, que trabaja en 2,6 kilómetros cuadrados y dispone de otros 28 kilómetros (conocido como Sitio 300) donde realizar las pruebas.
La carrera nuclear desenfrenada
El 16 de noviembre de 1952, EEUU, en otra demostración de su mortífera capacidad, probó la llamada Mark-18 Ivy King, detonándola en el Atolón Enewetak, en Islas Marshall, Océano Pacífico: tenía 500 kilotones de potencia, 37 veces más potente que la de Hiroshima. El éxito destructivo de la prueba robó otros miles de millones de dólares del bolsillo de los trabajadores estadounidenses para fabricar otras noventa bombas iguales. Nueve años después, la URSS construirá la RDS-220 Tsar, de ocho metros, 27 mil kilos y 50 megatones. El complejo militar de EEUU, que había encontrado la gallina de los huevos de oro, construyó la Munición Atómica Especial MK-54, para usarla contra la Unión Soviética, en caso de que "invadiera Europa": pesaba unos 25 kilos, tenía una potencia de un kilotón (la de Hiroshima tenía 16 kilotones), era transportable en una mochila, y llevaba un temporizador, para que el agente tuviese tiempo para escapar. La URSS respondió fabricando la RA-115, la "bomba atómica de maletín", de 30 kilos y una potencia de un kilotón.
Sin duda, la carrera armamentística fue uno de los principales factores de acabar con la superpotencia socialista, sin que EEUU disparase una sola bala contra Kremlin. Por lo que vuelve a recurrir a esta táctica para hundir a China y Rusia, mientras sus mercaderes de la muerte hacen su festín.
Cuando Donald Trump lanzó la bomba termobárica MOAB -Mother Of All Bombs (Madre de todas las bombas) no nucleares-, de unos 10.000 kgs, sobre Afganistán, país ubicado en las proximidades de Rusia, China e Irán, ¿qué objetivos perseguía? Aquello creó un infierno alrededor del lugar del impacto: el contacto del gas con el oxígeno primero provocó una enorme presión, para después convertir el oxígeno en fuego. La vida desapareció del lugar, ningún edificio permaneció en pie: su efecto (salvo en la radiación) ha sido similar a una bomba nuclear táctica y el único objetivo de Washington fue demostrar el poder destructivo de una bomba similar a la nuclear a los enemigos, y recibir pedidos a los aliados para tener una MOAB en su colección.
Recientemente, el Pentágono confirmó, por vez primera, que ha dotado a algunos de sus submarinos misiles de largo alcance con las MBN.
La nanotecnología militar no solo hace que la guerra nuclear sea posible, sino que esté más cerca de lo que imaginamos.
"Actualmente Estados Unidos está degradando el umbral nuclear y está aceptando la posibilidad de librar una guerra nuclear limitada y acaso ganarla", advierte el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Riabkov.
¿Por qué a EEUU no le disgustaría un Irán "medio-nuclear"? La respuesta, en la siguiente entrega.
Comentarios
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