Rosas y espinas

Periodistas o jueces: ¿A quién temes más?

 

Periodistas o jueces: ¿A quién temes más?
Foto de archivo de la esposa de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, en la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados. Eduardo Parra / Europa Press

Un simpático partido de apariencia neofascista quiere personarse como acusación particular contra Begoña Gómez, pero como solo tiene 16 afiliados en paro y unos fondos de 238 euros no puede pagar la fianza de 10.000 pavos que exige el juez Juan Carlos Peinado para entrar en el Valhalla de los togados. El partido en cuestión se llama Portodos, y ha presentado recibos impagados para acreditar su insolvencia, y así lograr que le rebajen la dicha fianza a 50 euros. Y es que esto de denunciar absurdamente está carísimo en los juzgados, y yo creo que es una de las principales causas de nuestra inflación insoportable.

Que salga más caro difamar a la esposa del presidente en sede judicial que asistir a un concierto de Taylor Swift a mí me parece bochornoso. En una democracia plena, el lawfare no puede ser solo para ricos. En el periodismo lo sabemos bien: si este periódico, cualquier periódico pequeño, difama a alguien, acaba arruinándose. OKDiario o El Mundo, sin embargo, tienen la grandeza de que cada vez que reciben una multa por mentir y malmeter la compensan con una subvención de Isabel Díaz Ayuso o José Luis Martínez Alchotis, dos grandes defensores del derecho ciudadano a la desinformación.

De nada sirven los 140 folios de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil que exculpan a Begoña Gómez, en comparación con los tres o cuatro recortes de prensa (sic) aportados por el sindicato (sic) Manos Limpias (sic) como acusación. Manos Limpias apoquinó los 10.000 pavos que cuesta acceder a la fama tribunalicia. Y el que paga, manda. Es el mercado, amigo, sonríe Rodrigo Rato.

Observando acontecimientos como este, llega uno a la conclusión inequívoca de que en España hay mucha gente desocupada, por mucho que presumamos de cifras de empleo. Mantener un partido con 16 militantes e intentar personarse como acusación particular en un juicio de tal envergadura es cosa que no puede llevar poco tiempo. Me fatigo solo de pensarlo. Con este partido, Portodos, me pasa como con los fascistas que dedicaban una jornada laboral al día a acosar a Pablo Iglesias, Irene Montero y sus tres hijos en el Shangri-La de Galapagar. ¿No trabaja esa gente? ¿No tienen familia? ¿Se les jodió la televisión? ¿No podían buscarse un hobbie normal, como la filatelia o el puenting?

Uno va concluyendo que el fascismo es cosa de personas habitualmente ociosas, como Santiago Abascal o los nietos de Franco. Esta gente, antes, se iba de cacería a los predios de la duquesa de Alba, y, aunque soy amante de los pajarillos, os confesaré que así molestaban menos. Pero claro, con 238 euros en la cuenta, como tienen los patriotas de Portodos, la duquesa de Alba solo te permite entrar en sus cotos como ojeador, peón caminero o encendedor de puros. Así que las dieciseisavas y ociosas huestes de Portodos se van a los juzgados a poner denuncias falsas, que es algo que viene sustituyendo al viejo deporte cinegético nacional. En el campo o en los juzgados, lo que importa es ir de caza.

A veces pienso, en mi ignorancia, que tenemos unos jueces tan frikis que atraen a los frikis, y por eso prosperan gentes como los extorsionadores convictos de Manos Limpias, o los fachipiraos de Portodos. Yo sé poco de derecho, y quizá menos de periodismo, pero a mí, si me llega al periódico una fuente con la información que aporta Manos Limpias al juez Juan Carlos Peinado, la tiro a la papelera y a mi furibunda jefa ni le comento el asunto, salvo que sea para reírnos. Es algo que últimamente me mantiene extrañado: ¿tenemos los periodistas medio honestos mejor filtro que los jueces para según qué cosas? Si un periodista es más fiable que un juez, muy mal va la democracia. 

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