Rosas y espinas

Nazis y chistes

Nazis y chistes
El neonazi Alberto 'Pugilato' le propina una paliza al cómico Jaime Caravaca durante una actuación - Redes Sociales

"El asunto, hoy, es que los nazis se suben al escenario a pegar a alguien por un chiste, y nosotros discutimos del chiste". Con esta paradoja, casi wildeana, remataba ayer Guillermo Zapata, en este mismo panfleto, su reflexión sobre la agresión del nazi Alberto Pugilato al cómico Jaime Caravaca en pleno espectáculo teatral en una sala de Madrid.

El fascista Pugilato, que esa es su gracia en redes sociales, se subió al escenario con aires matoniles, interrumpió el espectáculo y le soltó dos hostias y unos gritos al artista, que días antes, y con dudoso gusto, había deseado en X que el hijo del nazi saliera gay y le chupara la polla a un negro. Y digo lo de dudoso gusto porque el comentario de Caravaca estigmatizaba la homosexualidad, y no creo que haya sentado nada bien al colectivo. Ítem más: la alusión a la polla del negro en el tuit suena a chiste rancio de Los Morancos o a gracieta de cómico tardofranquista con un solysombra de más. Qué habrán hecho las pollas de los negros para tener tan mala prensa, que hasta les desean introducirse en la boca de un fascista: el tufillo racista del comentario parece más que evidente. Exijo que un cómico, que no deja de ser un poeta humoroso (si es bueno), cuide más sus palabras.

Palabras que le han servido a Pugilato para hacer honor a su apodo y subirse al cuadrilátero de un escenario a soltar mandobles. Lo único que se le puede agradecer a Caravaca es que haya conseguido que un nazi pague la entrada a un teatro. El Ministerio de Cultura le debería otorgar el Premio Nacional de Dramaturgia a Caravaca solo por eso.

Al grito de "¡Viva, Zapata!" daré la razón a mi caro camarada Guillermo y a la frase, bellamente suya, con la que arranco estas sabatinas y ociosas reflexiones. De momento, he hablado más del chiste que del agresor, como denuncia la zapatista paradoja.


De los nazis, enemigos de la ciencia y la cultura y por tanto tozudamente ignorantes, sí leo cotidianamente comentarios descalificatorios del zafio jaez que empleó Caravaca en su tuit. Y no solo en redes sociales. En 2017, la revista de la asociación conservadora de jueces Francisco de Victoria (la segunda de España en afiliación) publicó y celebró este becqueriano poema: "La diputada Montero/ expareja del coleta/ Ya no está en el candelero/ Por una inquieta bragueta/ Va con Tania al gallinero".

Si escriben y publican esto en su revista jurídica nuestros mayoritarios magistrados, los que imparten justicia, los que supuestamente tienen mucho caletre e independencia ideológica, a mí se me quitan las ganas de ser juzgado por cualquier delito, por honorable que sea (el delito, no el juez).

De pequeño, como era un niño guapo, huía de las sotanas por miedo a ser violado. Ahora que soy periodista, viejo y feo, huyo más de las togas que de las sotanas. Por más miedo a ser violado.

Que los nazis y los jueces chapoteen en la mierda porcina de sus neuronas de odio y mugre lúbrica, no nos da licencia a los artistas que los combatimos para descender a sus campos (más bien fangos) semánticos. Reivindico la obligación de ser bellos y elegantes, lo que no significa para nada dejar de ser beligerantes, implacables y valkirias.

Lo que escribió Caravaca se podría traducir así sin demérito de la civilidad estética y literaria: "Alberto Pugilato, respetable nazi: qué feliz me haría que dentro de unos años ese niño tuyo se enamorase de un hombre, que ese hombre hubiera llegado en patera desde cualquier geografía de tu ignota África y que los dos enamorados despreciaran todo lo que tú significas tanto como lo desprecio yo". Vengo diciendo lo mismo que Caravaca y asunto arreglado. Más versos y menos pollas negras, blancas o amarillas. A ver si vamos aprendiendo que una polla es un instrumento de amor, no un arma denigrante, independientemente del color que tenga, si se sabe utilizar. Yo, educado en el machirulismo posfranquista, me he apuntado a un cursillo de uso poético y afectivo de mi polla, y creo que Caravaca debería hacer lo mismo.

Al fascista y al nazi les hieren más la sutileza, la ironía, la metáfora y el sarcasmo que el insulto y el vómito léxico, porque estos primates son incapaces de comprender las figuras retóricas, entre otras muchas humanidades. Le temen más a un poeta que a un miliciano, a un verso que a un fusil, porque saben que con los fusiles y los insultos siempre ganan y contra los poetas, no. Porque no los comprenden. Y voy a daros un par de fehacientes pruebas.

Da repugnante ternura ver a los franquistas del PP y Vox citando a Lorca, a Miguel Hernández y a Antonio Machado: sus fundadores los asesinaron, y ahora los herederos del fascismo los usan como referente cultural, y no hacen más que soltar versos de Machado, Lorca y Hernández en sus mítines: no encuentro más hermosa forma de ganar una guerra contra el fascismo que conseguir que tus versos sean adulados noventa años después por los labios de los fascistas que te ejecutaron por escribirlos, poetas del mundo.

Toca escribir más poemas y menos zafiedades. A zafiedad nos ganan fijo, amigo Zapata, desconocido Caravaca. Y nunca olvidéis que humor y amor suenan casi igual. Yo a menudo los confundo. Y espero por mi salud ética e intelectual seguir confundiéndolos siempre.

Nos vemos hoy en las urnas. Y anhelo que, con vuestra participación, no se conviertan en urnas funerarias. Que es a lo que nos enfrentamos los poetas no solo de los versos, sino de la PAH, de la sanidad pública, de la atención solidaria, del movimiento obrero, marinero y agrarista, del antimilitarismo, del feminismo, de la libertad sexual. Me refiero a todos esos poetas que no publican ni tienen tiempo para leer o escribir, pero que van dejando para siempre escritos sus versos en las aceras cuando pisan con sus zapatos esclavos caminando a trabajar. Las aceras están cada día atestadas de poemas de gente que apenas sabe cómo coger un lápiz, porque no se lo han permitido. Lo resalto por si acaso alguien albergaba alguna duda sobre a quién califico de poeta.

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