Todo es posible

Voracidad recaudatoria

Acabo de recibir una notificación de embargo de mi cuenta bancaria por la cantidad de 17,26 euros, cuyo concepto no se especifica. Sospecho que se trata de una supuesta deuda con recargo de apremio que no me han notificado con antelación y, por lo tanto, sería improcedente. Digo que sospecho, porque todavía no sé por qué me quieren embargar, pues es trabajoso y lento contactar con el servicio de recaudación de las Deudas de Menor Cuantía de la Administración Tributaria. Como, a diferencia de Luis Bárcenas, no tengo partido que corra con los gastos, me saldría demasiado caro contratar a un abogado para que haga el correspondiente recurso de reposición y me resuelva este fastidioso trámite burocrático.

Disculpen que les cuente mi vida, pero a muchos de ustedes les habrá sucedido algo similar y he pensado que es un buen ejemplo para denunciar la voracidad recaudatoria de la Administración con los contribuyentes más vulnerables y su pasividad con otros mejor pertrechados como el aludido. ¿Qué nos pasaría a usted o a mí de haber ingresado en nuestras respectivas cuentas bancarias cinco o seis millones de euros sin justificar, como presuntamente ha hecho en los últimos años el presidente de la Diputación de Castellón? ¿Podríamos justificarlo alegando que se trata de donaciones anónimas? ¿Qué sucedería si con nuestros sueldos, controlados por Hacienda hasta el último céntimo, nos comprásemos un pisazo de 500 metros en el barrio más caro de la ciudad? ¿Por qué tardan años en trincar a los grandes estafadores con cargo público y, sin embargo, detectan al instante una presunta deuda menor de 20 euros? Dirán que sobran preguntas frente a tanta obviedad.

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