Todo es posible

Cuidado con los deseos

Desde que las Cortes decidieron reducir sus vacaciones parlamentarias y el Consejo de Ministros reunirse en pleno mes de agosto, recuerdo constantemente ese proverbio oriental que dice: cuidado con lo que deseas, no vaya a hacerse realidad. Hemos sido muchos los insensatos que exigimos a los políticos mayor productividad y ahora sufrimos las consecuencias. Aquí estamos, a pleno sol, soportando más de 44 grados centígrados en el sur peninsular y pendientes de las pancartas del PP contra la ley del aborto, de la manifestación en Barcelona contra el Constitucional y del debate sobre el estado de la nación que se celebrará tras la alerta roja por la primera ola de calor del verano. Lo peor está por llegar.

Tras la masa de aire abrasador procedente del Sahara, nos caerá encima la reforma laboral y la de las pensiones. Todo parece indicar que la subida de impuestos, al margen del 18% del IVA en vigor, se quedará para septiembre, en torno a la convocatoria de la huelga general. Y los mismos que pronosticaron esta serie negra de ajustes traumáticos nos auguran que aún no hemos notado los verdaderos efectos de la crisis; que lo peor está por llegar y que nada volverá a ser como antes. Para que nadie se llame a engaño, más allá de lo que finalmente acuerden en el Pacto de Toledo, nos anuncian, sin paños calientes, que se retrasará la edad de jubilación, se ajustará la base reguladora y se computará toda la vida laboral para fijar un cálculo global de cada pensión. En resumidas cuentas: si nadie lo impide, trabajaremos más años para cobrar menos.

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