Todo es posible

Mala presencia

Todavía existen ofertas laborales que exigen buena presencia. Difícil demostrar la discriminación en algo tan subjetivo. ¿Qué es la buena presencia? En cierta ocasión me entrevisté con un cazatalentos que seleccionaba directivos y ejecutivos para empresas punteras y, a pesar de que su "presencia" desde mi punto de vista dejaba mucho que desear, le pregunté su criterio al respecto. Dio unos cuantos rodeos antes de confesar que, en efecto, es un elemento decisivo para la selección, aunque aclaró que no se trataba de valorar un determinado canon de belleza, sino el atractivo que tienen ciertas personas al primer golpe de vista. Admitió que una mujer gorda o un hombre bajo y calvo tenían menos posibilidades de ser contratados que una joven flaca o un joven alto y bien trajeado. Su conclusión fue que los defectos físicos, como la obesidad, crean personas insatisfechas y, por lo tanto, se supone que son más reivindicativas y menos eficaces en el trabajo. Esta es su realidad, por más que nos parezca una actitud intolerable.

Por eso es urgente la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación que el Gobierno lleva años anunciando y que no acaba de rematar. En el proyecto que se ha filtrado estos días, está previsto imponer multas elevadas a cualquier conducta discriminatoria en lo personal o en lo laboral, tanto en la empresa pública como en la privada. Además de las discriminaciones sexistas, racistas o religiosas, también se incluyen las referidas a la edad, al estado de la salud o al aspecto físico. Aunque no siempre el que la hace la paga, confío en que esta ley consiga, al menos, reducir esta flagrante injusticia.

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