Todo es posible

Pena de cárcel

Nadie discute que un robo con violencia o intimidación es un delito penado con cárcel de dos a cinco años. Así figura en la Ley, y el juez se limita a aplicarla. No quisiera disparatar ni hacer demagogia al establecer comparaciones con otros delincuentes de mayor entidad que disfrutan de libertad, pero el caso de los dos gamberros que llevan un mes en prisión preventiva por dar un empujón a un repartidor y robarle una pizza es un despropósito. Todo parece indicar, a la espera del juicio, que los hechos sucedieron tal y como los cuentan. No se trata, en este su-
puesto, de dos atracadores que roban un coche a punta de pistola o atracan a una persona con una navaja, sino de un delito menor.

Tengo en cuenta el susto que se llevó el pobre repartidor que, sin duda, merece que se haga justicia. El juez dice que los envía a prisión para asegurar su presencia en el juicio y evitar su fuga, algo que parece improbable, porque, cuando llegó la policía a detenerlos, los presuntos ladrones no habían huido y, tras comerse la pizza, seguían en el mismo lugar. Parece más razonable, al carecer de antecedentes penales, que les hubiera impuesto una fianza y la obligación de presentarse periódicamente en el juzgado. No debe de ser fácil tomar la decisión de privar de libertad a una persona.
Los jueces, salvo raras excepciones, no decretan prisión como castigo o venganza, sino como medida disuasoria para lograr la reinserción del delincuente tras cumplir la condena o para proteger a los ciudadanos de la criminalidad o evitar la alarma social. Castigar a estos presuntos ladrones con prisión preventiva parece desproporcionado e incluso contraproducente, teniendo en cuenta, sobre todo, que las cárceles están de pena. Sería más justo condenarlos a repartir pizzas gratis durante varios meses, con el fin de reparar el daño causado a la víctima.

Más Noticias