Un político, experto y de larga trayectoria, se preguntaba ayer quién encabeza las revueltas en los países árabes, por qué se acepta que los militares cómplices de los tiranos se pongan al frente del proceso de cambio, qué trapicheos se traen con el gas y el petróleo... Se queda corto este espacio para plantear sus múltiples dudas. En ciertos foros se insinúa que hay una mano negra moviendo los hilos de la rebelión norteafricana; que las protestas pueden estar dirigidas por los servicios de inteligencia.

Desconfío de las teorías conspirativas que circulan por las redes sociales, pero hay un hecho cierto y es que, desde las filtraciones de Wikileaks, se ha demostrado que la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira. La manipulación política ha creado un clima corrosivo de cinismo y desconfianza. Los que se creen mejor informados, porque viven en sistemas democráticos, también son víctimas de maquinaciones políticas e informativas cuyo alcance se nos escapa.

Supongamos que las cosas suceden tal y como se cuentan. Que los jóvenes habitantes de los países árabes, hartos de la falta de oportunidades, paro, miseria, injusticia y corrupción se han sublevado espontáneamente contra la tiranía de sus dirigentes. Hasta hace un mes estábamos convencidos de que "los gobiernos occidentales" sostenían a los Mubarak y compañía por ser el muro de contención contra el avance de Al Qaeda. ¿Formaba parte de la gran mentira? ¿Cuánto han titubeado antes de enviar a Gadafi al infierno? ¿Quién sacará la mayor tajada de la insurrección? ¿A quién estaremos haciendo el juego?