Todo es posible

Maldito oficio

Maldito oficio no es un reproche ni un lamento, sino el título del reportaje de En portada de TVE, rodado en países donde los periodistas viven amenazados por contar lo que le pasa a la gente. En este caso, el contenido de sus crónicas afecta a gente bastante especial: políticos corruptos, tiranos, señores de la guerra, narcotraficantes, terroristas o mafiosos que, a veces, ventilan sus problemas asesinando al mensajero por el que sienten un absoluto desprecio.
El reportaje que he visto ayer, Día Mundial de la Libertad de Prensa, se basa en la historia de Pedro Cárdenas, un modesto reportero colombiano secuestrado y torturado por fuerzas paramilitares para impedir que meta las narices donde nadie le llama. Lo más demoledor es que, junto al relato de periodistas de renombre como Jon Lee Anderson, Ahmed

Rashid, Roberto Saviano o la asesinada Anna Politkóvskaya, aparecen testimonios de blogueros anónimos e informadores perdidos por el mundo, dispuestos a jugarse la vida por cumplir con el sencillo compromiso de informar.
Gracias a ellos sabemos algo de lo que sucede en Colombia, México, Cuba, Irak, Gaza, Rusia, China, Afganistán e incluso en países como Libia o Siria, donde se cuelan aunque no les dejen entrar. Las autoridades de los dos últimos, junto a Bahrein y Yemen, aparecen este año en la "lista negra" de Reporteros sin Fronteras como los mayores depredadores de la libertad de prensa, con mención especial el presidente Ahmadineyad. ¿Por qué merece la pena denunciarlos? Hay que repetirlo como un mantra: porque la prensa libre es la mejor defensa contra la tiranía.

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