Todo es posible

Otra vez en campaña

En las elecciones alemanas de 1930 y 1932 –que llevaron al poder a Hitler–, Goebbels, director de propaganda del partido nazi, inventó un nuevo sistema para dar a conocer a sus candidatos: hizo imprimir millones de carteles, organizó caravanas de coches con altavoces que repetían eslóganes machacones, montó mítines multitudinarios y hasta contrató un avión para llevar a Hitler de una ciudad a otra y presentarlo ante sus partidarios.

Casi 80 años después, podemos afirmar que el método dio buen resultado. Aquí estamos ya otra vez, en plena precampaña, sometidos una vez más al penoso espectáculo que los políticos nos ofrecerán las próximas semanas. Tendremos que soportar los carteles con sus fotos cada vez más retocadas. Los eternos resúmenes en los medios de esos mítines absurdos en los que los candidatos enardecidos tratan de convencer a un público que ya está convencido. Las visitas simpáticas a los mercados, con ese tonito de complicidad con la gente común.

Y, lo peor de todo, aguantaremos la retórica patatera de los políticos, sus discursos demagógicos y baratos, sus descalificaciones groseras de los adversarios, la ridícula manera de atribuirse todos los logros y acusar a los otros de cualquier error, y las mentiras que nos soltarán impunemente, prometiendo cosas que jamás cumplirán (todavía estamos esperando a que el Gobierno socialista abra el debate sobre la eutanasia, incluido en su programa de las penúltimas elecciones y aplazado luego sine díe). A ver si llega alguien –menos dañino que Goebbels, por cierto– e inventa una nueva manera de hacer las campañas, por favor.

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