Todo es posible

Prejuicios antinucleares

Los responsables de la central nuclear de Ascó cometieron, en su día, seis infracciones en grado máximo. Ahora el Gobierno les impone la multa más alta de la historia, pero el daño ya está hecho. Lo más grave no fue que la emisión radiactiva superase el límite establecido y, como consecuencia, se contaminase el sistema de ventilación del edificio del combustible. Lo peor es que tratasen de ocultar la información. La falta de transparencia es el peor enemigo de las centrales nucleares, así que Endesa, titular de la planta de Ascó, ha hecho un flaco favor a los que defienden la necesidad de dicha energía.

El oscurantismo alimenta temores ancestrales y prejuicios arraigados a lo largo de muchas décadas. En palabras de Einstein, "es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio". La bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, el poderoso icono de Jane Fonda, antinuclear furibunda, al frente de las protestas contra el accidente nuclear en Harrisburg (Pensilvania), escenario de El síndrome de China y, siete años después, la catástrofe de Chernobil. Con esos sólidos mimbres lograron los ecologistas que los partidos socialdemócratas incluyesen en sus programas el eslogan: "¿Nucleares?, no, gracias".

Valedores muy cualificados, científicos expertos, personas con una intachable trayectoria profesional, incluso recientes conversos como Felipe González, han trabajado intensamente para convencernos de que es posible ser ecologista y nuclear al mismo tiempo. Estaban a punto de lograrlo, pero el intento de disimular el incidente de Ascó nos hace desconfiar de nuevo. ¿Cuántas veces nos habrán ocultado otros fallos de seguridad?

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