Todo es posible

Cerebros sin fronteras

La xenofobia se extiende por Europa, según el informe de SOS Racismo, y la culpa es de los gobiernos que buscan un rédito electoral a corto plazo. Expulsar a los inmigrantes, que en tiempos de crisis se ven como peligrosos competidores, proporciona un buen puñado de votos. Berlusconi es el principal impulsor de esta política, pero Francia y España le van pisando los talones. Los españoles consideran la inmigración como su tercer problema. Lo es, sin duda, y será aún más grave si se sigue esquilmando a los países de origen. No me refiero sólo a las tradicionales materias primas (oro, petróleo, zinc, cobre...) ni siquiera al coltán –utilizado para fabricar teléfonos móviles, GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas, mp4, televisores de plasma, ordenadores portátiles...–, causante de terribles matanzas entre los africanos que luchan por su control.

Me refiero a una explotación mucho peor: la fuga de emigrantes talentosos y competentes que, con todo derecho, buscan mejor calidad de vida de la que existe en sus países devastados por la corrupción y la violación de los derechos humanos. El 80% de los graduados de Haití, Jamaica y Guyana viven en el extranjero. África ha perdido en poco tiempo a 60.000 profesionales (médicos, ingenieros...) que fueron a completar sus estudios en universidades de Europa y EEUU y nunca volvieron. El norte se enriquece con su talento, mientras el sur se queda sin capital humano, sin ciudadanos críticos capaces de enfrentarse a sus gobiernos corruptos. Los "cerebros" no padecen xenofobia ni racismo. Para ese inmenso capital no hay ley de extranjería ni política de retorno ni muros ni fronteras.

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