Trabajar cansa

Ex ministro, especie protegida

                       

 "Todos los que se marchan han dado mucho a la sociedad y lo seguirán haciendo en los nuevos puestos que ocupen" -Mª. Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del Gobierno- 

                               

 Ser ministro es un marrón, qué duda cabe, pero también tiene alicientes. Entre ellos, el de ser ex ministro. Uno pasa por el gobierno, y da lo mismo que esté mucho o poco tiempo, que lo borde o que sea un zote, pues ya de por vida será ex ministro, y eso cotiza alto en nuestro país. Hagan memoria de quienes tuvieron cartera, y ya verán lo bien colocados que salieron.

Como ya no hay pensión vitalicia, la sociedad entera se implica en proteger a quien sirvió a la causa pública. En primer lugar el partido, que siempre sabe recompensar a sus mejores con la clásica patada hacia arriba. Algunos aterrizan en el balneario de Bruselas, y otros consiguen escaño aquí, donde ya no se les exigirá mucho.

Si el partido no encuentra sitio, el Estado se hace cargo. Las instituciones cuentan con muchos puestos decorativos y bien retribuidos donde curar las heridas sufridas en el desempeño del cargo: organismos consultivos, consejos asesores, fundaciones o representaciones internacionales.

Y si no queda hueco en el sector público, ahí está el privado que sabe cumplir una función social acogiendo en su seno a los cesantes. No pocos ex ministros han logrado silla en un consejo de administración para la que su principal mérito era ese paso por el ministerio. Así que estén tranquilos, que este país es muy agradecido.

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