Dominio público

Vale la pena luchar: por una Izquierda Unida 100% feminista

Candidatas de 'Vale la Pena Luchar'

Lista a la XIII Asamblea de Izquierda Unida

Militantes de Izquierda Unida con banderas republicanas y de la organización.- Izquierda Unida
Militantes de Izquierda Unida con banderas republicanas y de la organización durante una manifestación.- Izquierda Unida

En Memoria del frío, el libro sobre la vida de Manuela del Arco, la presa política que más tiempo pasó en una cárcel franquista -diecinueve años, para ser exactos-, Miguel Ángel Martínez del Arco, su hijo y autor de la novela, explica de manera brillante cómo fue la vida de resistencia de ese grupo de mujeres luchadores por la democracia que llenaron la cárceles de España durante la vengativa dictadura fascita. Muchas de estas mujeres años después fueron las primeras que, cogidas de sus brazos en jarras, llenaron la primera línea de las manifestaciones en defensa de la democracia en nuestro país. Como explica Martínez del Arco, durante todos esos años, de cárcel y plomo, estas mujeres resistieron siendo una piña. Cuando alguna se preguntaba si seguía valiendo la pena luchar, sus compañeras siempre estaban ahí para apoyar, acompañar y ayudarla a levantarse.

Es impensable comparar la vida de estas mujeres con la situación actual, pero las feministas somos conscientes de que el hilo morado que impulsamos tiene un origen de lucha y sacrificio, de valentía y compromiso de mujeres, que antes que nosotras, pusieron el cuerpo en momentos en que podían perderlo todo. Y tirando de ese mismo hilo queremos explicar que nos ha movido, a otro grupo de mujeres, a formar parte de una de las candidaturas que participan del proceso asambleario de Izquierda Unida. Nuestra organización acaba de cumplir 38 años y celebra su XIII Asamblea Federal

En esta asamblea son cuatro las candidaturas que se presentan, lo que para nosotras es una señal de que IU es una organización viva, democrática y capaz de construir pluralidad desde la soberanía de su militancia, que decidirá en un proceso de primarias en los próximos días. En nuestro caso, formamos parte de la candidatura encabezada por Antonio Maíllo Cañadas, que ha tomado como lema ese 'Vale la pena luchar' que ya se susurraban en la cárcel las luchadoras antifranquistas y que tantas veces nos hemos susurrado en muchos otros lugares las mujeres para seguir adelante. Las feministas, también las de Izquierda Unida, sabemos que somos, porque otras fueron, que los derechos conquistados se defienden, que vale la pena luchar por nosotras, por quienes fueron, y quienes serán. 

Hemos dado este paso porque nuestro compromiso con el proyecto político que Izquierda Unida representa es firme, y porque en nuestras diversas militancias hemos aprendido bien que lo más importante es que lo que somos, como colectivo y como organización, permanezca. El feminismo con el que se identifica esta candidatura es el que aspira a transformarlo todo, aquel que se hizo hegemónico con las huelgas feministas, que emerge de los suelos pegajosos y que propone un proyecto de democratización del país, poniendo la sostenibilidad de la vida en el centro. El feminismo que viene de los márgenes y que nos invita a organizar la vida, la economía y la sociedad - y también la militancia - de otra manera, haciendo de los cuidados un motor para la igualdad, y para que la militancia sea sostenible y motivo de alegría. 


En los últimos años hemos vivido un proceso de reconfiguración de la izquierda en nuestro país en un mundo asediado por la extrema derecha, en el que hemos hecho grandes esfuerzos para seguir ensanchando el espacio de la izquierda transformadora que pone freno al neoliberalismo. Y en ese ensanchamiento, el feminismo ha sido y es no solo parte constituyente, sino punta de lanza del movimiento político, social y cultural que ha logrado contener el avance de la reacción en nuestro país. Desde el 'Hermana, yo sí te creo' al 'Hermana, aquí está tu manada' o al 'Se acabó', pasando por esa Iniciativa Ciudadana Europea 'Mi voz, mi decisión', que aspira a blindar el derecho al aborto frente al acoso del fascismo a nuestros derechos sexuales y reproductivos. La derecha continúa viendo en los cuerpos de las mujeres y en nuestra autodeterminación una amenaza a sus privilegios.  

En este sentido, queremos reivindicar el papel de Izquierda Unida como organización feminista, porque además de beber de aquel 'vale la pena luchar' que se susurraba en la cárcel de Ventas, también bebemos del que se escuchó en la primera manifestación por los derechos de las personas LGTBi que se dio en nuestro país, en 1977, en Barcelona, que Colita retrato tan bien en nuestra memoria, o de aquel que recorrió el grito de las mujeres por el derecho al aborto en los 80 y en la última década. También el 'vale la pena luchar' de las trabajadoras del campo que pelean cada día por un precio justo o de las trabajadoras de hogar que siguen reclamando, más allá de los avances, derechos. El 'vale la pena luchar', en definitiva, de todas las feministas que, año tras año, siguen demostrando que el feminismo es el mayor motor de transformación social de nuestro tiempo.  

Izquierda Unida tiene mucho todavía en el debe en relación al feminismo, pero ha dado pasos importantes en los últimos años que le permiten presentarse como una fuerza que avanza hacia un modelo organizativo más feminista. El Plan de Igualdad o el Protocolo de acoso, que se debate justo en esta asamblea, son solo dos ejemplos. Y lo más importante, allí donde hemos tenido oportunidad de desplegar políticas públicas feministas lo hemos hecho con fuerza, como en los ayuntamientos, gobiernos autonómicos o en el Ministerio de Igualdad. Muchas de las políticas feministas que se han impulsado en nuestro país en los últimos años llevan también el sello de IU, además del de otras compañeras con las que esperamos volver a encontrarnos en un futuro no muy lejano. La ley de garantía de la libertad sexual, la nueva ley de derechos sexuales y reproductivos, la ley de derechos del colectivo LGTBI y de las personas trans, el Plan Camino - la primera política pública abolicionista desplegada por el Gobierno de España - o el Plan Corresponsables, forman parte ya de una nueva generación de derechos feministas a la que IU también ha contribuido.  

Y seguimos a la ofensiva porque lo queremos todo. Queremos una organización libre de violencias, que facilite la participación en pie de igualdad, que haga la militancia conciliable con la vida, que haga de los cuidados y el apoyo mutuo una versión mejorada de la fraternidad. Una organización con liderazgos compartidos, que mandan obedeciendo. Una organización donde las que habitan en las periferias, las disidencias sexuales, las trabajadoras, las precarias, protagonicen el cambio de rumbo de Izquierda Unida. Y sobre todo, una Izquierda Unida que impulsa la agenda feminista allí donde esté: en el movimiento vecinal, estudiantil, en el sindicalismo o en el ecologismo, en todos los ámbitos, y desde los ayuntamientos hasta el Gobierno de España.  

Esther López Barceló, también compañera, acaba de publicar un ensayo titulado El arte de invocar la memoria. En él, profundiza acerca de la naturaleza y la fuerza del recuerdo colectivo como motor de las luchas del presente. Y nos descubre cómo las presas políticas comunistas, Manuela del Arco y sus compañeras, crearon un lenguaje secreto para organizarse y resistir. Un código indescifrable -por ahora- que ocultaron en las abreviaturas que usaban para diseñar patrones que después tejían bajo la luz de la bombilla del retrete de sus celdas. Ese lenguaje secreto, sin embargo, Manolita nunca quiso transmitirlo a su hijo Miguel. Ella siempre le decía que si algún día la vida le obligaba a tener que utilizar una clave secreta, tendría que ser él mismo quien la ideara. Y en ello estamos las feministas, en la lectura del presente a partir del hilo morado y rojo de las que nos precedieron, pero siempre abiertas y preparadas para la creación de lenguajes nuevos que sirvan a nuestras necesidades del futuro.  

Porque fueron somos, porque somos serán.

Este artículo está firmado por:

Clara Alonso Jiménez, Toni Morillas González, Amanda Meyer Hidalgo, Marga Ferré Luparia, Beatriz González Prieto, Cristina González Benítez, Engracia Rivera Arias, Eva García Sempere, Rocío Anguita Martínez, Irene García Durán Jiménez, Inmaculada Nieto Castro, Marta Martín Morán, Hiurma Castejón Suarez.

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