Trabajar cansa

La Iglesia nos toma por tantos

"Todavía hay muchos españoles que no saben que poner la X en la casilla de la Iglesia no les cuesta nada, más que el esfuerzo de ponerla" -Antonio Algora, obispo, Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia- 

               

 Como los católicos son gente despistada, los obispos se gastarán un dinerillo en anuncios para recordarles que tienen que poner la X en su casilla cuando hagan la declaración. Consciente de ese despiste, el Estado se lo pone fácil a esos buenos españoles, y por eso les ofrece esa vía, por si se olvidan de echar unos billetes en el cepillo de la parroquia.

Cuando en su día los gobernantes incluyeron la casilla católica pensaban en los despistados fieles, pero sobre todo en los no católicos. Había que engatusarlos para que no saliesen con escrúpulos laicos. Así que inventaron la casilla.

De entrada, la casilla crea la ilusión de que el sostenimiento de la Iglesia es voluntario, que sólo aporta el que quiere. En realidad el católico no pone un sólo euro de su bolsillo, sino que se lo descuenta de sus impuestos, con lo que, de paso, contribuye menos que los demás, un 0,7% menos.

Para redondear el engaño colocaron la otra casilla, la de fines sociales, que refuerza la idea de libre elección (el mismo truco de la asignatura alternativa a la religión). Lo único que se consigue es que los no católicos también se descuenten parte de sus impuestos y lo destinen a ONGs. Pero como recuerda Europa Laica, la banca siempre gana, ya que buena parte de esas ONGs están vinculadas a la Iglesia. Hasta puedes marcar las dos, y te descuentas doble.

Por último, la casilla es una maniobra de distracción: nos fijamos en ella, cuando lo recaudado es una pequeña parte del dinero que la Iglesia recibe del Estado. Ya ven: una jugada maestra.

Ah, la campaña de los obispos se llama "Por tantos". ¿A que suena a otra cosa? ¿No será pitorreo?

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