Trabajar cansa

Agudeza visual: un civil y un talibán

"Lamentamos toda pérdida innecesaria de vidas humanas y compartimos el dolor de nuestros amigos afganos"  -Eric Tremblay, portavoz de la ISAF/OTAN- 

                

Si nos ponen delante dos afganos, seguramente ni ustedes ni yo distinguiríamos un civil de un talibán. Si encima están despedazados y achicharrados, no digo más. Sin embargo, las tropas aliadas son capaces de distinguirlos, y tras cada bombardeo masivo se aplican en separar el trigo de la paja.

Desde el aire todos parecen iguales. Es decir, todos parecen talibanes. Por eso, ante la duda, disparan. Luego analizan cada trozo de carne para aclararlo. Si concluyen que es carne civil, lo lamentamos. Si en cambio son talibanes no pasa nada, puesto que contra ellos vale todo, ya sabemos que no son humanos, y pueden ser masacrados, secuestrados, torturados o abandonados en el desierto en contenedores herméticos.

Hasta hace un par de meses, el alto mando norteamericano publicaba balances, incluyendo el número de talibanes muertos, contados por cientos. Pero en junio, con el recrudecimiento de la guerra, el nuevo responsable militar, el general McChrystal, ordenó que cesaran esos informes.

No se sabe cuántos afganos han muerto en estos ocho años, y sobre todo no se sabe cuántos civiles. En realidad, mujeres y niños al margen, no parece fácil diferenciar un insurgente de uno que no lo es. Uno diría que se puede ser civil y talibán al mismo tiempo, e incluso hay grados en el talibanismo, de ahí la disposición de las autoridades a dialogar con los considerados más moderados.

Además, la condición talibán parece más contagiosa que la gripe. Sólo así se entiende que cada vez sean más y estén más extendidos por el país. Como no se espabilen, a este ritmo no va a quedar un afgano sin talibanizar, y las tropas tendrán que largarse para no acabar ellas mismas convertidas.

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