Trabajar cansa

Yo el coche oficial, tú los servicios públicos

"Si a los ciudadanos hay que pedirles que se aprieten el cinturón, la administración se lo tiene que apretar dos agujeros más." -Javier Arenas, presidente del PP de Andalucía-

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Cuando en España se dice de alguien que lleva muchos años en política solemos usar la expresión: "Fulanito lleva treinta años sin bajarse del coche oficial". Pocas imágenes representan mejor al cargo público entre nosotros que el vehículo con chófer. Sí, en otros países también hay, pero no tantos. Junto a Italia tenemos el mayor parque móvil de Europa. Por algo será.

El tema se presta a demagogia fácil, dicen algunos cada vez que se reabre el debate. Estos días, por ejemplo, cuando los nuevos gobiernos locales y regionales rivalizan por recortar el número de coches.

Hay algo de demagogia, es verdad, pues partimos de que los cargos públicos tienen necesidades de seguridad y transporte que a menudo se resuelven mejor con un coche oficial, y la alternativa puede acabar saliendo más cara (sobre todo si los conductores siguen en plantilla, los coches se conservan, y encima cogen más taxis). Pero eso no justifica el desmadre que hay en España, que además incluye otros muchos gastos "de representación".

Otra crítica habitual es la del "chocolate del loro": que recortes así son más efectistas que efectivos, pues el ahorro es escaso. Es verdad que ahorrar 130.000 euros al año en un ayuntamiento como el madrileño, con una deuda de 7.000 millones, es calderilla, pero por algo se empieza. Otra cosa es que, como pasa a menudo, las medidas de austeridad al final se queden en menos, pues ya sabemos que, cuando se apagan los focos, el trecho del dicho al hecho se agranda.

Me preocupa más otro efecto secundario: que los gobernantes jueguen a anotarse un tanto fácil que a cambio les permite reforzar el "clima de austeridad", la percepción en los ciudadanos de que son tiempos de apretarse el cinturón, para que tengamos más disposición a los recortes venideros. Más que nada porque, a la hora de la verdad, nos tocará apretárnoslo de verdad a quienes no teníamos coche oficial. Y si el trato es "yo me he quedado sin coche oficial, tú te quedas con menos presupuesto para sanidad, educación y otros servicios públicos", no sé si nos compensa.

 

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