Al sur a la izquierda

Comparece, que no es poco

La noticia de la comparecencia fue... la propia comparecencia. El presidente del Gobierno y del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha llevado su negativa a dar explicaciones públicas a tan esperpéntico extremo que el hecho mismo de que alguien las dé se ha convertido en noticia. Por eso el interés informativo y político de la comparecencia de ayer del presidente andaluz José Antonio Griñán ante el Parlamento autonómico estuvo en eso, en la propia comparecencia.

Técnicamente había sido una iniciativa del presidente Griñán, pero en realidad el mérito fue del líder de la oposición y alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, que hace un par de semanas se puso estupendo y reclamó a Griñán que diera en el Congreso explicaciones del escándalo de los ERE. Griñán le tomó la palabra a Zoido, pero quien no se la tomó fue el propio Partido Popular, consciente de que dar luz verde a la presencia de Griñán en el Congreso para explicar una corrupción socialista localizada en Andalucía habría hecho aún más escandalosa la negativa del Grupo Popular a que Rajoy haga lo mismo con Bárcenas y compañía (sobre todo con la compañía).

Pero ya que no iban a dejarle hacerlo en el Congreso, Griñán aprovechó la ocasión y decidió hacerlo en el Parlamento andaluz. ¿Para decir qué? En verdad para decir lo mismo que ya dijo ante la comisión parlamentaria de investigación del verano pasado. Griñán defendió bien su posición: aireó la colaboración de su Gobierno con la justicia, recalcó la legalidad de las ayudas a trabajadores y empresas en crisis, acotó el alcance político y económico de lo defraudado y volvió a disculparse por lo ocurrido. En todo caso, el punto débil de la posición de los socialistas sigue siendo el que era: su negativa a admitir la responsabilidad política de los dos consejeros que estuvieron al frente del departamento de Trabajo cuando sucedieron los hechos, una responsabilidad política que, por lo demás, es absolutamente clamorosa.

Los socialistas estaban casi eufóricos tras la sesión parlamentaria de ayer. Pocas veces ha debido ocurrir en un Parlamento que un grupo político esté contento por haber tenido que dar explicaciones de un marrón tan intensamente marrón como el caso de los ERE.  Y sin embargo así era. ¿Por qué? ¿Porque Griñán había dado nuevos argumentos para convencer a la opinión pública de que no tuvo nada que ver con el caso? No por eso. Sencillamente, estaban contentos porque el silencio de Rajoy ante sus marrones engrandece cualquier explicación de Griñán ante los suyos. Juan Ignacio Zoido debería pensárselo dos veces antes de volver a pedir explicaciones a Griñán: corre el riesgo de que le tome la palabra y vuelva a dárselas.

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