Antonio Baños

Si no hay pan, que coman gigas

Cuanta alegria y esperanza está trayendo la revuelta árabe. Pero el plan no era éste. Desde que Las Democracias se embarcaron en la cansina Guerra contra el Terror, nuestra geopolítica pasó siempre por mantener a los corruptos como escudos contra la hidra islamista. Occidente hizo caso de aquel sabio refrán del desierto mauritano que aconseja: "la mano que no puedas cortar, bésala" y mantuvo a cualquier pelele que les asegurase que nunca más se levantaría el espectro nasserista. Mientras, en el orden interno, se mantenía el viejo tópico del pensamiento político árabe que habla de la permanente oposición entre al jassa y al amma, la élite y las masas, incomunicadas y estancas a todo trasvase.

Las redes sociales han sido el medio y el instrumento de la revuelta y pueden ser protagonistas de lo que ojalá se convierta en un nuevo nahda. El nahda (podríamos traducir como renacimiento) fue el resultado de la aplicación sobre la cultura árabe de las tecnologías de comunicación occidentales (la imprenta y la prensa) que el pachá de Egipto Muhammad Alí, introdujo hacia el 1820. Nació entonces la esperanza de construir una cultura propia y libre basada en la tecnología europea. El padre intelectual de la nahda, Rifa’a al Tahtawi, soñaba con que la felicidad común de los árabes sería "construida con la libertad, el pensamiento y la fábrica". Finalmente, el colonialismo desterró muy pronto las dos primeras y privó de las última a una población que ha ido viendo, apoyada en un muro, el humillante trajín por el que marchaba el petróleo y entraban los turistas.
Lo fascinante de la revuelta es que tiene un pie en el XIX y otro en el XXI. Por un lado utiliza las formas de organización derivadas de las redes: acefalia, ausencia de "vanguardia revolucionaria" y la imagen no institucionalizada como arma. Pero por otro, no deberíamos olvidar que fue la subida de los alimentos básicos su catalizador y desencadante. Son auténticos motines de subsistencia de estilo preindustrial los que, despojados del facebook, nos encontramos aquí. Como ya pasó en el 2008, la escasez en el mercado de alimentos, bien sea climática o especulativa, real o inducida, puede trastocar de repente las previsiones geopolíticas. Lo viejo y lo nuevo. La panza y el neocortex. El pan y el gigabite son hoy un cóctel revolucionario que han puesto sobre la mesa eso que el marxista inglés E.P.Thompson bautizó como "economía moral de la multitud" y que hoy traduciríamos como: "Con la comida y el twitter no se juega"

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