Crónicas Afganas

Los ojos de la guerra

Desde Kabul.

Grandes, pequeños, ovalados, rasgados... Almendrados como la tierra del desierto, azulados como el cielo que cubre la tierra, verdes como el trigo que crece en el valle de Bamiyán... Pastunes, hazaras, uzbekos, tayikos... Da igual la etnia, su color o su forma. Sus ojos son testigos del horror de la guerra pero su sonrisa nos devuelve- a los que cubrimos las zonas de conflicto- esa humanidad que hemos perdido después de ver las atrocidades que somos capaces de cometer los adultos.

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Grupo de niños en el campo de refugiados de Aschiana a las afueras de la ciudad de Kabul. Foto: A. Pampliega

Todos, sin excepción, tienen un brillo que los hace especiales. Únicos. Una vitalidad que contrasta con el país. Una chispa que hace décadas se perdió por estos lares. Quería que la última entrada de este blog estuviese dedicada a los más desfavorecidos por las guerras. Los que más las sufren. Ellos. Los niños de la guerra.

Mirar a los ojos a un niño afgano es recordar los versos de La Nana del poeta norteamericano Wystan Hugh Auden:

El tiempo y las fiebres destruyen

la belleza individual de los niños pensativos,

y la tumba demostrará

lo efímero de la infancia.

Pero un simple vistazo. Unas pocas horas. Sirven para darse cuenta de que estos niños están hechos de una pasta especial. Desde el quicio de una puerta, ocultos tras el burka añil de su madre, entre la rendija de los dedos de una de sus pequeñas manos... sus ojos tienen una vitalidad incomparable. Siempre dispuestos para observar al extranjero. Esos ojos que son capaces de acaparar la fuerza de todas las miradas del mundo. Esos ojos que abren portadas y que llenan periódicos. Sus ojos. Los ojos de los niños afganos. Unos ojos que vierten una alegría que choca con tanta destrucción y tanto sin sentido.

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Una niña de Marjah a la que conseguí 'robar' una sonrisa. Foto: A. Pampliega

Esa vitalidad y esa alegría son contagiosas. Son ellos, los niños, los que ayudan a que el día acabe con un pequeño guiño. Con una gotita de esperanza en un mar donde reina la incertidumbre por los años venideros.  Una sonrisa rasga sus labios. Sonrisa que devolvemos con gusto... Detrás de esos ojos se esconden historias sobre la guerra. Imágenes que jamás conseguirán borrar de su mente y que les acompañarán el resto de su vida. Esos ojos, a pesar de todo, siguen teniendo un brillo especial. Ese brillo que sólo se encuentra en los lugares más tristes del mundo. Ese brillo es Afganistán y, en mi corazón, me llevo un poquito de este país...

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Dos hermanos afganos delante de su casa en un campo de refugiados de Kabul. Foto: A. Pampliega

Agradecimientos. Durante estos días he recibido varias felicitaciones agradeciendo todas y cada una de las entradas que forman parte de Crónicas Afganas pero no creo que sea justo llevarme el mérito yo sólo. Es de bien nacido ser agradecido y yo debo serlo y por ellos me gustaría expresar mi gratitud a todas esas personas que han hecho posible este blog. A Nacho Rojo (responsable de la edición on line de Público) por creer en este proyecto. A los chicos de Mundo (Carlos Enrique, Thilo, Mar y Trini) por apoyarme tanto y por darme tanta ‘bola’. A Daniel del Pino por sus consejos ‘técnicos’ y por sus palabras de ánimo. A Mayte Carrasco por sus sabios consejos sobre Afganistán (es una eminencia sobre este país) y a la que estaré eternamente agradecido por presentarme a Salem. A Salem, mi ‘fixer’ pero sobre todo mi amigo, por jugársela a mí lado. A la Capitana Regina Gills, a la sargento Teresa Coble y al sargento Abraham Sipe (US Force) por invertir tantas y tantas horas para que pudiese viajar a Helmand, Kandahar y Marjah. A los soldados españoles destinados en Kabul por arroparme y tratarme como a uno más. A Mónicas Bernabé por demostrarme que además de una gran periodista es mejor persona. A mi familia por aguantarme tantas locuras. Pero si a alguien le tengo que dar las gracias es a todos vosotros, los que día a día perdíais un poco de vuestro tiempo leyendo las crónicas que escribía desde Afganistán. Gracias a vosotros este humilde blog ha tenido repercusión. ¡Gracias a todos!

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