¿Es posible una justicia social aceptable sin la ruptura de nuestro sistema político actual? ¿Es factible esa ruptura?

Creo que ésas son las dos preguntas capitales para el apaciguamiento y contención del llamado estallido social.

De un lado, si esa ruptura significa el abandono del sistema capitalista establecido en todos los países democráticos del mundo - en el sentido del concepto más racional de democracia -, la respuesta evidentemente es no. Existe una completa interacción de todo orden entre el conjunto total de esos países, que no permitirían que uno de sus miembros ‘traicionase’ el sistema. Es tópico, pero, o por eso, cierto: el mundo es global. Todo sucedáneo de rebelión es abortado o boicoteado.

Y de otro lado, internamente, sociológicamente, tampoco es viable en estos momentos. Estamos lejos del deterioro económico necesario para que la ruptura violenta se produzca, por duro que nos parezca ya ese deterioro económico. Las fuerzas de represión de los mandos dominantes son abrumadoras. No debemos caer e incitar al martirio.

Eso no quiere decir que no se pueda y deba luchar para minar y debilitar tal poderío. Pero lleva tiempo y habilidad. Negar esto y sostener que ello supone colaboracionismo o abandono de la lucha no es sino un canto imposible, inútil y retardatario de lo más burdo y fácil a la revolución. Es un consuelo infantil, un artificio verbal, una justificación sin el menor entronque con la realidad.

¿Se puede luchar desde dentro? Por supuesto. Y es la única posibilidad. Nada es perfecto. La ruptura tampoco lo sería en sus consecuencias. Desde dentro se pueden aminorar, y mucho, muchísimo, la explotación y expolio que los poderes políticos y económicos imponen. ¿Cómo? No voy a decir una vez más que con el voto, que daría pie a toda rectificación y cambio de las estructuras y de los devastadores efectos actuales. Por descontado que con el voto, aunque los disidentes se revuelvan con docenas de argumentos sin peso. Pero también, y muy principalmente, con el deseo unánime y organizado de una estrategia no en disputa permanente y descalificadora, con la unión de hecho de todo lo que signifique progresismo sin creernos únicos tenedores de esa posición, con la concienciación social, con el no desfallecimiento, con la exigencia máxima de lo que la legalidad establecida permita, con el reforzamiento sindical, con las manifestaciones masivas sin disculpa, con los movimientos sociales, con internet - internet mueve el mundo -, con los ‘palos y piedras’ de decir aquí estamos, o cambian o rompemos la baraja, ustedes serán los responsables. Ésa es la ruptura de la racionalidad. La única posible y pragmática. No queremos la revolución violenta, queremos ser como cualquier país avanzado de Europa. Pongan y pongamos los medios.

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Gota CAUTELAR: El juez solicita al Fiscal informe sobre la conveniencia de controlar a Luis Bárcenas con una pulsera electrónica para evitar el riesgo de fuga. ¿Sería correcto en opinión de ustedes?

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Gota AUTORITARIA: El Gobierno instará el cambio de legislación para que las corridas de toros sean declaradas Bien de Interés Cultural, y consecuentemente vuelvan a ser autorizadas en Catalunya, en contra de lo que acordó su Parlament. ¡Jo, qué tíos!