Ciudadanos

En su mundo

EVA MINTENIG, PERIODISTA

Hablaba el otro día con un amigo, cuya mujer es una conocida abogada de Barcelona, muy competente, y me dijo: "No, si yo ya tengo claro que el mundo es vuestro, de las mujeres". Mi respuesta fue inmediata: "Pero ¡qué dices! ¿En serio crees que las chicas queremos el mundo? Bastante trabajo tenemos ya". Y él: "También es verdad. Por cierto, que yo tengo un alma femenina que no veas".
Y ahí sí que salté: "Sí, hombre, ahora no te apuntes a nuestro bando, ¡oportunista!"
Todo esto viene a cuenta porque no paro de ver a mujeres poderosas a mi alrededor. Desde las ministras que están en las portadas cada día,
hasta la doctora de la Seguridad Social que me atendió la otra mañana. Da gusto, la verdad. Porque su aproximación al poder es diferente. Los hombres con poder tienden a querer dominar el mundo, poseerlo, mientras que las mujeres, me da la impresión, lo que desean es hacer que el mundo funcione, que sea más práctico. Las féminas que llegan

al poder con instinto masculino me asustan: Margaret
Thatcher, Hillary Clinton,
Madonna. Y los hombres que lo hacen recurriendo a una parte femenina de su alma, como dice mi amigo, suelen decepcionarme, como en el caso de Reijkaard. Lo que pasa es que, visto el auge importante que están teniendo
las mujeres en nuestro país, los hombres, que no son tontos, quieren ahora salir de su barrio e instalarse
en el nuestro. Lo mejor sería no dejarles.

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