Ser republicano y vivir la proclamación de Felipe VI en medio de los monárquicos ha sido muy llevadero, la verdad. Uno esperaba que fuera más incómodo, aunque sólo fuera por estar en solitario debido a la prohibición expresa de la libertad de expresión que ha impedido cualquier gesto republicano... pero no, de hecho, en algún punto uno no sabía muy bien si era hoy o no el día de la proclamación.

La afluencia de ciudadanos a la proclamación de Felipe VI ha sido muy inferior a lo que hubieran deseado todos aquellos que niegan al pueblo soberano el ejercicio de decidir que jefatura de Estado quiere. Bien es cierto que, conforme se acercaba la hora del aperitivo, las calles se han ido poblando un poco más, pero del Congreso a la Plaza de Callao, que ha sido donde mayoritariamente me he movido, había momentos realmente bochornosos, ya concluido el discurso del nuevo monarca (foto superior).

Así es, las cañas y las tapas se han convertido hoy en los mejores aliados de la monarquía. La frase medida del discurso del rey "en España cabemos todos" ha cobrado todo el sentido del mundo viendo cómo a lo largo de la valla había puntos en los que había más policías a un lado que ciudadanos al otro, hasta el punto de que éstos se entretenían tirándose alguna que otra fotillo.

Ya en la Plaza de Oriente, la afluencia de monárquicos se ha hecho más notable, admitámoslo. En esa Plaza de Oriente tan emblemática para los todavía nostálgicos de la dictadura que llevó al trono a Juan Carlos I. Quizás por eso, se ha visto esta mañana más de un aguilucho por allí, mientras el pueblo aplaudía a los cuatro reyes. Si jugáramos al mus, tendríamos una buena mano, sin duda, aunque evitaré poner nombre a la analogía.

Nuevo rey y, según él mismo, un nuevo tiempo, aunque son muchos los que ven mismo perro con distinto collar. De hecho, su primer viaje internacinal es a Marruecos, a codearse con el amigo de la familia Mohamed VI. Para muchos, este viaje no tendrá mucho significado, pero para otros muchos, como el pueblo saharahui, no es más que una renovación de la traición a los que aún hoy tienen DNI español.

Pero ya se sabe, además de ser un día ideal para los fanáticos del merchandising, es un día para hablar de cambio de ciclo, incluso de menor machismo en la institución, aunque eso sí, la reina bien sentadita en el Rolls-Royce no se le ocurra levantarse a saludar al pueblo junto a su marido... Quienes quieran ver en el discurso del rey un cambio, un talante cercano y deseos de mayor honradez y transparencia deberían preguntarse por qué, a pesar de ser más que consciente del deseo del pueblo a una referéndum que le cuestione, se ha aferrado a la corona como buen Borbón que es.

Así que nada de Borbón y cuenta nueva. Es y será la misma hasta que sea el pueblo quien la cambie.