Posos de anarquía

Willy Toledo y la nueva Inquisición

Hoy debería comparecer ante el juez Willy Toledo, acusado por injurias a dios y la virgen (nótense las minísculas, como gesto de representación de dos personajes ficticios). No comparecerá. Si quieren que acuda, que lo detengan. Le apoyo; nunca lo he hecho incondicionalmente, bien lo sabe él, pero en cuestiones como ésta siempre estaré a su lado, porque ya está bien de padecer el ridículo tan espantoso al que nos tienen acostumbrados los Abogados Cristianos, consumiendo inútilmente recursos de la malograda Justicia.

Mientras vemos retrasos judiciales en causas esenciales, los Abogados Cristianos continúan haciéndose notar con sus denuncias y querellas más propias de otro tiempo... quizás, porque sus miembros siguen instalados en ese tiempo, tan amig@s que son de, por ejemplo, la cruz de los caídos franquistas instalada en Vall d'Uixó (Castellón).

Una verdadera lástima, porque en una democracia realmente consolidada en un estado verdaderamente aconfesional, los fines de una Asociación de Abogados Cristianos debería ir en línea de acudir junt@s a misa más que a esta persecución contra quienes no comparten sus creencias.

El problema es que, tal y como está configurada la Justicia, un juez o una jueza no puede despachar estas pérdidas de tiempo de un plumazo, y obliga a un proceso en el que la persona, la víctima de la persecución como en este caso es Willy Toledo, ha de perder tiempo y dinero que, posiblemente, no le será reembolsado. Y a eso juegan, tan cristianos ellos.

Yo me pongo del lado de Willy y, como él, reclamo más coños insumisos, y veo en grupúsculos como los Abogados Cristianos vestigios de tiempos pretéritos que, por mucho que anhele el Gobierno actual, no quiero que vuelvan.

Cuando miro a Willy, como cuando escucho a César Strawberry o leo a Pablo Hasel, se aparecen ante mí demócratas comprometidos que, lejos de querer imponer dogmas o fe, defienden la libertad por encima de todo. Los Abogados Cristianos, a mis ojos, son de esa calaña que usa la democracia para imponer sus creencias, y la Justicia para perseguir a los que son piedras en su camino.

Aseguran que entre sus fines se encuentra la defensa jurídica de la libertad religiosa, de la vida, la familia y de todos los ciudadanos que ven lesionados sus derechos y libertades por razón de su fe. Y, en cambio, ellos mismos son los que persiguen e intentan lesionar los derechos y libertades de quienes no comparten el cristianismo, de quienes reniegan y critican la interminable lista de tropelías de la iglesia católica.

Los Abogados Cristianos son tan esperpénticos que ni siquiera se dan cuenta de que defender la ligertad religiosa y, al mismo tiempo, defender en el ámbito jurídico los valores inspirados en el cristianismo son posiciones contradictorias. Lo vemos en la lista de casos desestimados que acumulan, en cómo por sus creencias religiosas quieren privar a las mujeres de su derecho a decidir sobre su propia maternidad... el mismo paternalismo asqueroso, el mismo tufo machista que durante tantos y tantos años han destilado los cursos prematrimoniales de la iglesia que defienden los Abogados Cristianos... esos cursos que dejan perlitas como que la mujer "ha de saber estar presente en los mil y un detalles de la vida de cada día", aunque trabaje, porque su profesión "seguirá siendo ‘sus labores".

Así que, amigo Willy, sigue así, íntegro, consecuente y demócrata, plantando cara a quienes dicen defender la cultura de la vida y, en cambio, actúan con la intimidación, la represión y la imposición como su verdadero catecismo, como una suerte de nueva Inquisición.

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