Pedro Sánchez asegura que el Gobierno tiene una "nueva política migratoria coherente". Lo ha afirmado durante una entrevista radiofónica esta mañana en Cadena SER, entendiendo que entre acoger al Aquarius y realizar devoluciones en caliente a Marruecos, dejando a su suerte, incluso, a quienes podrían haber solicitado asilo, hay una misma lógica. Sencillamente, insostenible.
El presidente del Gobierno se ha dado de bruces con la lógica más esencial. No puede defender que su Ejecutivo es uno preocupado por el respeto por los Derechos Humanos (DDHH) y, al mismo tiempo, mirar para otro lado cuando se abandona en el desierto a quienes fueron devueltos en caliente por las autoridades españolas. Sólo hay una manera de hacerlo, como de hecho ha hecho: asegurando que "Marruecos es un país seguro". ¿Lo es?
El último informe de Amnistía Internacional (AI) dice lo contrario. Según este organismo, en el último año "se encarceló a periodistas y manifestantes que pedían justicia social y derechos políticos, a menudo tras juicios injustos". A ello se suma, además, que "las autoridades judiciales no investigaron adecuadamente denuncias de tortura bajo custodia" y que "persistió la impunidad de violaciones de Derechos Humanos cometidas en el pasado".
En cuanto a los migrantes, AI puntualiza que se les siguió "sometiendo a uso excesivo de la fuerza y detención". Su política migratoria reciente nos ha dejado capítulos como el abandono a su suerte durante tres meses a un grupo de 25 personas refugiadas sirias en la zona temporal de seguridad de la frontera con Argelia o la muerte de dos mujeres de Burkina Faso después de que las autoridades marroquíes emplearan gas lacrimógeno contra ellas.
Marruecos es un país en el que los tribunales continúan imponiendo condenas a muerte; un reino cuyo ministro marroquí de Derechos Humanos, el islamista Mustafa Ramid, calificó a finales del año pasado de "basura" a los homosexuales. De hecho, el Código Penal marroquí define la homosexualidad como "la comisión de actos contra natura con individuos del mismo sexo" y castiga su práctica en el artículo 489 con penas de hasta tres años de cárcel... por no hablar de las torturas, abusos y violaciones de DDHH en el Sáhara Occidental.
Pero Marruecos, según Pedro Sánchez, es un país seguro... tan seguro, creo yo, como él defensor de los DDHH de las personas migrantes.