Los toros están de capa -o capote- caído, más aún con el azote de la pandemia y las restricciones que imponen las medidas sanitarias. Ante esta situación y el poco gusto de las personas aficionadas a la tauromaquia por innovar, Isabel Díaz Ayuso (PP) ha decidido obligar a todo el pueblo madrileño a arrimar el hombro y pagar lo que, aplicando la doctrina conservadora , bien podría llamarse chiringuito.
Estar en campaña electoral y que la derecha no introduzca los toros es como rodar una serie de televisión y no grabar una panorámica con drone: parece imposible. Por eso Ayuso ha preparado un fin de fiesta de campaña por todo lo alto para sus seguidores con unos festejos taurinos en Las Ventas a los que asistirán 6.000 personas. Será retransmitido, además, por Telemadrid, la cadena de televisión autonómica de la que Ayuso reniega, siendo la única candidata que no quiere acudir al debate electoral de, precisamente, la televisión de todos y todas las madrileñas.
Este no es el único macromecenazgo, impuesto por Ayuso, que el pueblo madrileño hará por los toros: ya ha soltado más de 720.000 euros y bien harían l@s madrileñ@s en ir rascándose los bolsillos porque la presidenta popular ya ha avanzado que tendrán que poner otros 900.000 para que los toros lleguen a localidades de menos de 8.000 habitantes.
El mundo taurino se jacta de ser cultura pero, a diferencia de lo que han hecho otras disciplinas como el cine, la música, el teatro o la literatura, no se le han visto gestos a sus seguidores de salvar la mala llamada fiesta nacional. Son más de ir a mesa puesta. Con la llegada de la COVID-19, tampoco se han visto manifestaciones por acercar esa 'cultura' al pueblo... Entendiendo por "manifestaciones" poner a disposición del público este espectáculo a través de fórmulas innovadoras, como sí han hecho el cine, la música, el teatro o la literatura, y no los insultos de "cerda", "golfa" o "roja de mierda" que portadores de una pancarta de la UNPBE (Unión Nacional de Picadores y Banderilleros Españoles) profirieron a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, para reclamar ayudas directas al sector... tal fue el grado de violencia entonces, que la policía tuvo que intervenir porque estos culturetas del toro rompieron hasta el retrovisor del coche de la ministra.
La inyección económica que Ayuso aplica a los toros con dinero de otros (del pueblo de Madrid) se dirigen a un sector que agoniza, como una suerte de respiración asistida. El 90% de los españoles y españolas jamás ha ido a una corrida de toros y las cifras oficiales demuestran el declive.
La última Estadística de Asuntos Taurinos, elaborada por el ministerio de Cultura, recoge como últimos datos los referidos a 2019, lo que brinda una oportunidad excepcional para comprobar el estado de salud del sector antes del coronavirus. El diagnóstico es claro: desde 2015 no ha dejado de caer el número de festejos taurinos en España. La Comunidad de Madrid no es una excepción, donde si en 2018 hubo 258 festejos, en 2019 cayeron hasta 247.
La práctica totalidad de las modalidades de festejos se estrellan, desde el buque insignia de las corridas de toros, al rejoneo o los festivales pasando, incluso, por las becerradas o el toreo cómico. A nivel de público, sucede exactamente lo mismo, la afición es absolutamente minoritaria, como demuestra el hecho de que la tasa de asistencia anual a espectáculos taurinos sea del 8% de la población en la encuesta que realiza el ministerio de Cultura; en los hombres sube al 10,2% y en las mujeres baja al 5,8%.
Los números inflados que los colectivos taurinos acostumbran a manejar caen por su propio peso. El gran beneficio de los toros se lo reparten unos pocos nada más que, para continuar enriqueciéndose a costa del sufrimiento animal, ahora sacan pecho defendiendo a 'los curritos' del sector. Tomando como referencia la corrida de toros que se pretende hacer en la Real Maestranza de Sevilla con motivo de la Feria de Abril, los 1.362 espectadores que con las medidas COVID entrarían proporcionarían una taquilla de 90.000 euros, es decir, una media por entrada de 66 euros... ya saben, cultura popular al alcance de cualquiera.
Estas cifras nos dicen que cuando en este coso se ha conseguido colgar el cartel de completo, como mínimo, sólo en taquilla se han recaudado más de 600.000 euros, pues su aforo es de 10.000. A estos ingresos hay que sumar, como en el fútbol, los derechos de televisión, por ejemplo, donde ya no vemos tanta unidad en el mundo taurino porque todos quieren chupar de ese bote.
Asimismo, no podemos pasar por alto tampoco dos impagables artículos publicados por AVATMA (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal), con el título Tauromaquia y corrupción. En la primera de las entregas se describe la implicación en el Caso Malaya de personajes vinculados con el mundo del toro de lidia, con diversas acusaciones por blaqueo de capitales, cohecho... En la segunda entrega, se exponen esas curiosas coincidiencias de cómo ayudas de la PAC (Política Agraria Común) terminan en esa élite taurina bien relacionada con el poder.
Este es el escenario, en el que no faltan matadores de toros convertidos en empresarios con SICAV, con intereses en la construcción, la hostelería la comparaventa de fincas y, cómo no, con sociedades limitadas para gestionar sus propias corridas, pagar menos impuestos y hacer caja con derechos de imagen... se pagan, incluso, royalties por la venta de abonos.
Este es el escenario en el que, en pleno parón por la pandemia, hay que aguantar a la Fundación del Toro de Lidia reprochar que cientos de toros bravos, de apenas tres y cuatro meses, están enviándose al matadero. Claro, desde esta fundación preferirían matar a los animales en una plaza de toros cuando tuvieran cinco años, con más sufrimiento como demostró el impactante documental Bullfight que dirigió Iago Prada en 2017.
Madrileños, madrileñas, rásquense el bolsillo, que Ayuso se ha empeñado en que financien este espectáculo minoritario que ya es bien tratado por el gobierno: ustedes ponen el dinero, ella la plataforma de crowdfunding, que no es otra que sus impuestos.