Dominio público

España debe dejar de subvencionar a los ricos

Ramón Espinar

Portavoz de Unidos Podemos en el Senado y Secretario General de Podemos Comunidad de Madrid

El debate sobre los Presupuestos Generales de 2019 está ocupando cierta centralidad del debate público en nuestro país. El cambio de Gobierno gracias a la moción de censura impulsada por Pedro Sánchez y apoyada por Unidos Podemos ha permitido salir de la resignación en la que nos intentó instalar el Partido Popular.

Si el Gobierno Rajoy fue un intento por levantar un dique de contención al cambio, dando por perdida esta legislatura y bloqueando cualquier tipo de iniciativa en las cámaras para mejorar la vida de la gente, el Gobierno de Sánchez es el de transición hacia el cambio que está por llegar y nos puede permitir ganar esta legislatura.

Para ganar esta legislatura es importante liderar un mínimo de transformaciones materiales, simbólicas y económicas que permitan poner los cimientos de la España que viene. Los enormes desajustes estructurales que atraviesa nuestro país son de sobras conocidos por toda la ciudadanía. Bajos salarios, temporalidad, modelo económico basado en la construcción, el turismo y sectores que producen escaso valor añadido. Todo ello aliñado con una cifras de paro disparadas y una continuada extracción de rentas de las clases populares y medias hacia las elites económicas. Burbuja tras burbuja, sigue rodando la rueda de la especulación y del intento de forrarse sin producir absolutamente nada.

Los presupuestos generales del 2019 serán la primera piedra del nuevo camino que debemos construir desde el bloque histórico del cambio. Y es por ello que es tan importante revertir uno de los principales lastres que arrastra nuestro país: el de un Estado que no ha dejado de subvencionar continuadamente a los ricos de España. Esta idea puede sorprender de entrada, pero no hace ni un año que el Banco de España dio por perdidos nada menos que 60 000 millones de euros de las arcas públicas, de las ayudas financiadas por todos los españoles a los bancos entre los años 2009 y 2015. Hemos subvencionado a los grandes financieros de este país con un coste del 6% del PIB. Se dice pronto, pero es casi el gasto total en sanidad en todo el Estado durante un año.

España ha estado subvencionando permanentemente a los ricos durante la última década. Ayudas fiscales únicamente dirigidas al sector privilegiado de la sociedad española (por poner algunos ejemplos: rebaja del tipo nominal del impuesto de sociedades del 30 al 25% en 2015, creación de las sicavs para tributar al 1% en vez de al 30%, supresión del impuesto sobre el patrimonio, rebaja de los impuestos de sucesiones...) que han provocado que nuestras elites sean extremadamente ociosas. Se han quintuplicado los milmillonarios durante esta década pero sigue sin activarse ningún sector productivo de alto valor añadido que genere trabajo de calidad. Tenemos un enorme problema con la subvención a los ricos y revertir esta tendencia es prioritario para poder avanzar como país.

Mientras se ha estado subvencionando a los ricos (creyendo que así producirían más, aunque los datos demuestran lo contrario) se ha estado crujiendo a impuestos a las clases populares. Desde el aumento del IVA del 16% hasta el 21% actual pasando por los aumentos del IRPF a las rentas medias, lo que produjo una fuerte contracción del consumo y más dificultades y esfuerzos para que la gente pudiera llegar a final de mes. Este modelo de subvencionar a los ricos y ahogar a las clases populares es caduco y fallido.

De ahí la importancia de cambiar por completo la balanza y volver a dinamizar al Estado para que pueda impulsar una economía que se está adentrando demasiado en el rentismo y en la precariedad generalizada. Por eso vamos a marcarle al nuevo gobierno una agenda de transición al cambio con dos principios claros: bajar impuestos a las clases populares y  poner fin a los privilegios fiscales. Ambas medidas son un punto de arranque para empezar a construir el Estado emprendedor y garante del bienestar colectivo del futuro. Tras la década perdida es la hora de ganar la próxima década.

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