Dominio público

Valientes ante los derechos humanos trans, valientes para avanzar como sociedad

Uge Sangil

Presidenta de FELGTB

José María Núñez

Presidente de Fundación Triángulo

Hay frases que resumen toda la filosofía política, la lucha por la igualdad, la diversidad y los derechos humanos: "Cuando la izquierda ha sido valiente en este país, siempre ha acertado". La frase, como no, es de Pedro Zerolo, expresidente de FELGTB y miembro del PSOE. Es una frase necesaria en el momento político y social en el que vivimos actualmente, en un contexto internacional donde las fuerzas reaccionarias, contrarias a los avances en igualdad y libertad de las mujeres y la diversidad, despliegan nuevas estrategias de miedo, odio y división, e intentan y en algunos casos logran, que la convicción por la igualdad en derechos y vidas dignas, la defensa de los derechos humanos, el feminismo y la diversidad, sean vistas por parte de la izquierda como una trampa, como riesgos, como amenazas, con miedo.

Nada bueno surge del miedo o de comparar los derechos con trampas. Si como sociedad no avanzamos, no progresamos, no ampliamos derechos, igualdad y libertad para los más vulnerables y no lo hacemos por miedo, por temores vagos, infundados, por rumores, por bulos, por mentiras, por exageraciones, por creer que el avance en derechos del otro perjudica a los tuyos. Si nos dividimos sin entendernos, si alimentamos el miedo al más débil, a la diversidad como amenaza terrible, si presentamos la dignidad y los derechos de los grupos vulnerables como una trampa y un riesgo, no importará quien gobierne, porque la ultraderecha ya habrá ganado.

Hay algo fundamental que desde el colectivo LGTBI hemos aprendido con la experiencia e incluso desde los propios errores: no es posible conseguir la igualdad y la libertad abandonando los derechos de los colectivos más vulnerables. No es solo que, si no somos iguales todas, todos y todes ante la ley y en vidas dignas, no hay igualdad. Es que la misma lógica de negar o limitar los derechos de una parte de la sociedad por miedo, al final, inevitablemente, se vuelve en contra de la igualdad, porque alimenta el pensamiento conservador, una forma de entender la sociedad miedosa y cainita, que nos divide, nos fragmenta, nos convierte en mezquinos y egoístas, nos vuelve pequeños y nos lleva a perder la utopía, el sueño imprescindible de una sociedad mejor, igualitaria y libre.

Así, hoy, son los derechos trans donde está la línea del avance social. No son solo los derechos humanos de las personas trans, su despatologización y su autodeterminación de género sino, muchísimo más importante, si como sociedad avanzamos o retrocedemos en igualdad y libertad. Podemos apostar como sociedad por un proyecto político valiente, de ampliación de la igualdad de derechos y de libertad, de unidad en la diversidad, un proyecto de esperanza, que aspira a una sociedad mejor o podemos caer en un proyecto miedoso, de temor al cambio, de amenazas nebulosas, de bulos, de enemigos forzados, de división y fomento del odio entre grupos. El proyecto de sociedad que han diseñado los grupos de ultraderecha, un proyecto en el que la coalición de apoyos de la izquierda se fragmenta, divide y pelea entre sí.

Y es que es eso y no otra cosa lo que pretende la estrategia de la ultraderecha, alimentar la polarización y la fragmentación, agitar los roces y conflictos entre colectivos, con el feminismo y con todos los aspectos de la diversidad, poniendo al penúltimo contra el último, generando divisiones y peleas para que los más vulnerables se destrocen entre si mientras que los privilegiados y muy especialmente el patriarcado, pueden mantener su hegemonía sin mancharse las manos. Es la estrategia clásica: divide y vencerás. Alimenta las divisiones entre tu enemigo y que pierda de vista su objetivo en el fragor de las batallas internas.

No nos equivoquemos: cuando Vox se suma a campañas contra el Ministerio de Igualdad o se le escapa felicitar a quienes defienden postulados contra las personas trans, revelan su alegría ante la división de sus enemigos, porque saben que nos impide avanzar en la igualdad y dignidad de los vulnerables y porque saben que la fractura entre los sectores progresistas, es más, que se asuman sus posturas conservadoras, solo puede beneficiarles.

Desde FELGTB y Fundación Triángulo queremos ser muy claros: la unidad del colectivo LGTBI y sobre todo las alianzas con el feminismo que apoya los derechos y la igualdad LGTBI, es imprescindible para avanzar socialmente hacia la igualdad social y en derechos de las personas trans, pero también de toda la sociedad. Esta unidad pasa por no alimentar conflictos organizativos o partidistas, la fragmentación o conflicto entre colectivos, choques discursivos o búsquedas de protagonismo partidistas, organizativas o personales. No nos estamos jugando solo los derechos humanos de las personas trans, incluyendo los de las personas trans no binarias, está en riesgo que el proyecto de sociedad para nuestro país sea de progreso, tenga como objetivo el avance hacia la utopía y la igualdad; o por el contrario, esté basado en el miedo, el bulo, el odio y la fragmentación entre colectivos para mantener el statu quo de desigualdad y opresión, un marco en el que perdemos todos y sobre todo, todas.

Es por esta comprensión de la importancia central, simbólica y política que tienen hoy los derechos de todos, todes y todas las personas trans, que desde FELGTB y Fundación Triángulo trasladamos el pasado 22 de junio al gobierno de España nuestra propuesta de legislación, la Ley Integral Trans, por la igualdad y no discriminación de las personas LGTBI, una propuesta que pone como prioridad política y legislativa los derechos humanos del grupo más vulnerable, discriminado y perseguido del colectivo LGTBI, las personas trans. Lo hicimos con total convencimiento de que es condición necesaria lograr la unidad de las personas LGTBI alrededor de los derechos de las personas trans. Y lo hicimos también convencidas de que es imprescindible la unidad de acción política entre los partidos que apuestan por la ampliación de derechos e igualdad para aportar y apoyar en el proceso de elaboración legislativa que está liderando el actual gobierno de PSOE y Unidas Podemos, el único proceso capaz de garantizar de forma realista los derechos humanos trans y un horizonte de progreso.

Es el momento de buscar entendimientos y unidad de acción, huyendo de titulares o protagonismos, partidistas, organizativos o personales, que pongan en peligro la consecución de los derechos humanos de las personas trans. En este asunto, debemos todas, todos y todes ir a una, presentar un frente común, debatir internamente, hablar de forma didáctica, tender la mano y reforzar las alianzas con el feminismo, atender las dudas y despejar los miedos, garantizar la seguridad jurídica, compatible con la autodeterminación de género y la despatologización de las personas trans. Sin unidad en la diversidad no lograremos los derechos humanos trans.

Unos derechos humanos, la autodeterminación de género y la despatologización, absolutamente básicos, condición necesaria para la igualdad social de las personas trans de la misma forma que el matrimonio igualitario fue condición necesaria para la igualdad social de lesbianas, gais y bisexuales. A día de hoy, a las personas que no son trans (las personas cis) se les reconoce automáticamente su identidad de género, su identificación íntima con un sexo y género, simplemente porque coincide con lo que la sociedad espera. Mientras tanto, a las personas trans, por no coincidir su identidad de género con lo que la sociedad espera de ellas, no se les reconoce su identidad como válida y se las obliga a soportar tratamientos médicos obligatorios que incluyen hormonaciones y un periodo de dos años, fiscalizado por un médico, para tener permiso para vivir sin estigma administrativo en esta sociedad.

Estamos hablando de un derecho, la autodeterminación de género, apoyado por el 83% de los españoles según el Eurobarómetro, el país europeo con más apoyo. Hablamos de dignidad, de la dignidad más básica, de que el estado no actúe activamente para generar desigualdades ante leyes que luego se trasladan a la sociedad en forma de discriminación y opresión social. Hablamos de que el estado reconozca la ciudadanía a todas las personas. Mientras el estado siga considerando a las personas trans como enfermas, que necesitan obligatoriamente una supervisión médica y un tratamiento, mientras se siga considerando su identidad como una enfermedad o disforia, las personas trans nunca seremos iguales ante la ley y, por tanto, jamás seremos iguales en la sociedad, de la misma forma que sucedía con el matrimonio: las desigualdades ante la ley que señalan legal y socialmente e impiden que avance la igualdad social de un colectivo social.

Queremos acabar este artículo agradeciendo el apoyo que, durante décadas, el feminismo ha prestado a la consecución de los derechos LGTBI, así como tendiendo la mano a aquellas personas feministas que tengan dudas legítimas o miedos razonables para encontrar soluciones que den tranquilidad. No hay temor a un debate sereno, pausado y basado en hechos, que despeje dudas o miedos, porque sabemos por la experiencia que el reconocimiento de las personas trans solo amplia derechos, también el de las mujeres, y no perjudica a nadie. Cualquier cambio social siempre genera recelos y más en momentos de pánico alimentado por la ultraderecha. Es nuestra responsabilidad escuchar las dudas y atenderlas para impulsar el progreso y el cambio, explicando la realidad trans por parte de las personas trans que somos, representamos y que sí conocemos nuestra realidad.

De nuevo, otra vez, siempre otra vez, Pedro Zerolo. Los cambios sociales generan miedos. Esa es la diferencia principal entre quienes apuestan por el progreso y por quienes apuestan por el conservadurismo. Pero "cuando la izquierda ha sido valiente en este país, siempre ha acertado".

Seamos valientes, desde la unidad de las organizaciones, colectivos y partidos, para impulsar los derechos de un colectivo que no debe esperar ni un minuto más para conseguir su igualdad legal, la autodeterminación de género y su despatologización, abriéndose así las puertas para alcanzar la igualdad social. Convirtamos en hechos las utopías de igualdad social.

Nunca, jamás, renunciemos a ellas.

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