Dominio público

La torpeza del PP ante Amaiur

Ignacio Sánchez-Cuenca

La torpeza del PP ante Amaiur

Odón Elorza
Diputado socialista por Gipuzkoa
Ilustración de Enric Jardí

Tras la larga y trabajosa victoria de la democracia sobre ETA, aunque paradójicamente y como pasara en Irlanda del Norte su final nos haya traído un doble triunfo electoral para Bildu-Amaiur, la política vasca parece caminar hacia la confrontación pura del soberanismo radical contra el Estado y "los españoles de casa". Todo ello en expresión y según la estrategia de los dirigentes de la antigua Batasuna y de Aralar.

Otra cosa es que su plan de confrontación no estará acompañado de bombas y sí, en ocasiones como la intervención de su portavoz en el Congreso, Iñaki Antigüedad, de palabras de seda. El avance de las tesis independentistas lleva necesariamente al PSE-EE a defender la construcción de un modelo de sociedad vasca para la convivencia y la cohesión social, un país en el que el respeto a las reglas de la democracia sea una constante.

Por eso me ha parecido grave la arbitrariedad de la Mesa del Congreso de los Diputados al impedir que Amaiur disponga de grupo parlamentario propio. Porque, sin ninguna duda, los socialistas vascos sabemos que esa decisión refuerza el falso discurso victimista del independentismo radical. Pero no es la primera vez. Lo mismo sucedió con la legalización de Bildu por el Tribunal Constitucional en la víspera del inicio de campaña de las elecciones municipales. Aquella situación de incertidumbre jurídica creó finalmente el caldo de cultivo favorable a sus candidaturas a las alcaldías.

Estamos ante una decisión de torpeza política que no se basa en un riguroso informe jurídico de legalidad, ni en la salvaguarda de principios democráticos, sino en criterios de oportunidad y conveniencia políticas para el PP. Su grave error no ayuda a reforzar la credibilidad de la democracia en el conjunto del País Vasco y beneficia la estrategia del independentismo radical dirigida a deslegitimar las instituciones españolas. Por tanto, mi crítica no es fruto de ningún complejo nacionalista, ni de ganas de favorecer a la coalición de Arnaldo Otegi.

Por lo mismo, no entiendo la posición de abstención del PSOE en la Mesa del Congreso. Me resulta difícil de explicar porque quiebra la coherencia en la defensa del sistema democrático. No se puede dejar las manos libres al PP ni en este asunto ni en todo lo pendiente para avanzar en la consolidación del proceso de paz. Mi opinión coincide con la del lehendakari a la hora de legitimar plenamente nuestras posiciones para ganar la batalla al independentismo. Alejados, además, de cualquier tentación frentista.

Escuchando las respuestas que dio Rajoy a Amaiur en el debate de investidura, tengo la impresión de que el PP apuesta por la estrategia de confrontar con el mundo radical independentista desde posiciones propias del nacionalismo español. Lo haría para contentar a cierto estado de opinión alentado por el Tea Party y los medios de la caverna. También como cortina de humo ante la lista de duros recortes que nos traerá el PP como regalo de Reyes o tras las elecciones andaluzas.
La experiencia nos dice que ambos nacionalismos, el vasco y el español, se retroalimentan y si despliegan su juego pueden acabar perjudicando la gestión del proceso de paz y la construcción de un clima de convivencia para Euskadi. En esta coyuntura se trata de elegir entre la estrategia de la convivencia o la de la confrontación. El PSE-EE ha apostado, con su lehendakari al frente, por la primera, aunque de momento no hayamos obtenido réditos electorales. No importa, deberemos perseverar aportando épica y emotividad a nuestro relato de país.

Los socialistas vascos sabemos que la consecución de una paz definitiva y con memoria (con garantías como la necesaria disolución probada de ETA), el reconocimiento efectivo del dolor causado a las víctimas del terrorismo con petición de perdón, la aplicación de la legislación penitenciaria a los presos y la consecución de la concordia cívica, configuran un proceso largo y complejo en el que cada paso es importante. Y vamos a necesitar mucha inteligencia política, prudencia y acuerdos entre diferentes.

Lo anterior no debería impedir que explicáramos el papel de los socialistas en la derrota de ETA ante el sistema democrático: que la política desarrollada por Zapatero, Rubalcaba y Patxi Lopez ha jugado su papel en la dirección de las acciones policiales para su debilitamiento, en las relaciones internacionales, en los contactos y exploraciones como las de Eguiguren y en la creación de un clima de complicidad sobre el proceso con la mayoría de los partidos.
Reitero: con la negativa a Amaiur para formar grupo propio no se inicia con buen pie la segunda transición democrática en Euskadi. Así no se lucha de modo inteligente contra el creciente independentismo; es más, se le engorda el voto. Y es que los principios democráticos deben prevalecer siempre. En todo caso, el Tribunal Constitucional nos pondrá, de nuevo, rojos de vergüenza.

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