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Occidente se hunde en Baviera

Lo que ha pasado este domingo en Baviera es un terremoto político. "El hundimiento de Occidente", titula hoy irónicamente un diario de Berlín. La pérdida de la mayoría absoluta de la Unión Social Cristiana (CSU), el partido hermano de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel, que había gobernado casi medio siglo en solitario en ese Land del sur, pasó de casi el 61% de los votos al 43% y necesitará coaligar con otro partido si el primer ministro bávaro, Günther Beckstein, quiere seguir en el poder.

            Algunas reacciones en la CSU retratan al partido. Su secretaria general, Christine Haderthauer, dijo ayer en la primera ronda de reacciones en televisión: "Es un día negro para la CSU y para Baviera". Con esta frase, Haderthauer puso de relieve el descarado autoritarismo de la CSU y una reticencia casi genética a aprender de los errores. Para la CSU, está claro que el día era muy negro, pero... ¿para Baviera? Que el  Land más grande, rico y católico del país vaya a pasar de ser gobernado en solitario por un "partido de Estado" a un gobierno de coalición es más bien una buena noticia. Equiparar el único bienestar posible del país con el gobierno en solitario del propio partido es un tic bastante extendido entre los partidos conservadores de Europa, pero la arrogancia de Haderthauer no deja de ser alucinante en la misma noche electoral, teniendo en cuenta que ella es la secretaria general del partido y, por tanto, la persona responsable de la campaña electoral. Ya están pidiendo su cabeza. A lo mejor esta señora se da cuenta ahora, de paso, de que la CSU siempre ha sido y sigue siendo un partido de hombres. Hombres que en este medio siglo de gobierno han pinchado y cortado como han querido en Baviera y han metido al partido en toda una serie de escándalos de corrupción que nunca han podido esclarecerse porque la CSU ha vetado con su mayoría las correspondientes comisiones de investigación.

            Otra cosa ha quedado clara en estas elecciones: también el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) sigue en caída libre. Con un 18,7% de los votos, su candidato bávaro, Franz Maget, ha sacado incluso un punto menos que en los comicios anteriores. El SPD no ha sacado tajada en absoluto del desastre de la CSU. Por eso, también resultó de lo más penosa la intervención desde Berlín en la noche electoral del futuro candidato socialdemócrata a la Cancillería, Frank-Walter Steinmeier, que celebró la derrota de la CSU como victoria propia, siendo así que este partido en realidad tendrá que ir acostumbrándose a resultados electorales de alrededor del 25% en todo el país. Desde luego, se lo merece, porque da vergüenza ajena. Después de 200.000 carnés devueltos, el SPD parece querer negar la realidad, igual que la CSU. En el caso del SPD, esa realidad es que durante el gobierno de Gerhard Schröder se recortaron más prestaciones sociales que nunca y sucedió algo inédito en la historia de la Alemania moderna: la clase media se encoge, es decir, cada vez hay más ricos y más pobres en este país. Colocando en su dirección a dos de los principales cocineros de la política de Schröder (Steinmeier como rival de Merkel y Franz Müntefering en la presidencia del partido), el  SPD también se niega a aprender de sus errores.

 

Guillem Sans Mora / Berlín   

             

           

 

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