el pingue

"Libros, libros, libros,...... ¡Más libros, por favor!"

 

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Estoy midiendo la pared libre de mi minipiso para colocar una estantería. Alto, ancho, profundidad, material. Me precocupa la resistencia del tabique. Creo que compraré una que se apoye en el suelo. No quiero salir en Tal cual lo contamos (y me corto las venas con la escarpia que me ha sobrado)**, ni tampoco quiero que salga mi vecino vendiendo mis miserias, o lo que es peor, mis libros con anotaciones a pie de página o dedicados, como el que tengo deSanti Santamaría. Un gran libro, por cierto.

Cuando yo estudiaba cocina en Marbella, recuerdo que nos visitaba un vendedor de libros de cocina, cuchillos y trajes. Abría el maletero de su utilitario, nos ofrecía libros nuevos, deconocidos y, lo mejor de todo, nos daba opción a comprarlos a plazos. Ahí empecé a hacerme con una buena cantidad de ellos  y algún que otro cuchillo que aún conservo.

Imagino que se habrá jubilado pero, aquel librero, reunía todo lo grande del oficio: conocía su mercancía, sabía qué y a quién ofrecía libros atemporales, caros, pero imprescindibles y nos daba la oportunidad de hacernos con ellos sin apenas parné, pues en aquellos entonces ya había libros que valían diez mil pesetas. Todos mis alumnos reciben una buena chapa cada vez que les recomiendo que se hagan con una "gastrobiblioteca", que lean y aumenten sus conocimientos.

Si se repasan muchas de las biografías de cocineros y cocineras,  casi todas comienzan por aquello de "cocinero/a autodidacta". En muchas entrevistas he oído a grandes figuras y maestros, hablar de sus lecturas y de que su pasión y oficio se lo deben, en parte,  a los libros que leyó. Santamaría es un caso y Adrià es otro. ¡Coinciden en algo!

Mi pregunta es si en las escuelas de cocina, de sala, se incentiva a los alumnos/as para que se hagan con una buena biblioteca, poco a poco, con libros caros -no por eso mejores-, con libros baratos, de recetas, de cultura culinaria,  revistas...... Sé que la red te da todo lo que quieras pero hay algo irrefutable: el libro, por ahora, es el mejor invento para leer. Tampoco dudaría en comprar novelas clásicas y modernas, apoyandonos en gentes como Roberto Enríquez , Bob Pop, y su criterio. Un cocinero o camarero es alguien que vive en el mundo, aunque salga poco a la luz por culpa de los horarios....

Yo espero que mis sobrinos o hijos sepan valorar la biblioteca que les voy a dejar. A mí me hubiera encantado recibir una.  Por ahora me dejo en manos de libreros con enjundia, como lo son las librerías De Re Coquinaria, Montagud Editores, Aliana, ..... y todas aquellas que tienen oficio y apuestan por editar, por distribuir e incluso por viajar con su producto, dentro del maletero del coche, en busca de la curiosidad que ha de regir el aprendizaje de algo tan genial como es la enogastronomía.

**Homenaje a un tipo genial, con mucha gracia y talento. Y gran gastrónomo.

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