Tierra de nadie

Culpables que dictan sentencia

Los políticos han establecido dos grandes axiomas en relación con la crisis. Uno es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y que por eso ahora pagamos las consecuencias; el segundo es que ya nada volverá a ser como antes, como si cualquier tiempo pasado tuviera forzosamente que ser mejor. Es decir, somos culpables por querer vivir en un piso de 80 metros cuadrados y tendremos que resignarnos a perderlo si fuera necesario. Nada dicen de sus propias responsabilidades en un país que, si ha sido víctima de algo, es de su megalomanía y de su corrupción. ¿Por qué aquí se ha construido sin freno? Pues porque cada ladrillo enriquecía al concejal o al tesorero del partido. Esa es la explicación de nuestro modelo productivo.

Viene esto a cuento de la suspensión de pagos del aeropuerto de Ciudad Real, que para ser privado ya nos ha costado un dineral en ayudas públicas y lo seguirá haciendo en el futuro si se lo queda la Junta de Castilla-La Mancha. Tenemos 48 aeropuertos de los que sólo nueve ganan dinero. Hay pueblos que pueden elegir entre ochos de ellos en un radio de 150 kilómetros. ¿Es necesario salir volando de Logroño, Albacete, Burgos o Jaén? ¿Está justificado ampliar el de León, por mucho que el presidente quiera ser profeta en su tierra?

Como se quería batir el récord de kilómetros de alta velocidad y de autovías, no hay núcleo de 100 habitantes que no exija su salida de la autopista, ni alcalde que no proyectara un museo diseñado por Moneo o Foster, que por dinero no iba a ser. Se han levantado estaciones de AVE, como la de Yebes en Guadalajara, que utilizan no más de 20 personas, pero había que dar de comer caviar a los constructores. Los polideportivos de algunos municipios tienen más aforo que habitantes, e igual ocurre con sus plazas de toros, no vaya a ser que José Tomás haga una gracia y se queden pequeñas. Por las radiales de Madrid en hora punta podría disputarse un gran premio de Formula 1 y ha habido que prestar dinero a sus concesionarias para que no quiebren.

Insiste el PP en que se dilapida, cuando fue su ministro de Fomento el que diseñó la unión de todas las capitales por alta velocidad. Todos han disparado con pólvora del rey. ¿Han de pedir perdón los que querían una habitación más para que los niños no durmieran juntos?

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