Tierra de nadie

La música de Guantánamo

Salvo a la miss venezolana a la que le parecía un lugar apacible y relajante en el que unos señores vestidos de naranja se pasaban el día celebrando una fiesta de pijamas, estábamos todos de acuerdo en que Guantánamo no era un limbo jurídico sino un infierno ante el que nadie podía permanecer impasible. Así lo han entendido un conjunto de grupos musicales, estrellas del rock en su mayoría, que se han movilizado para acelerar el cierre del campo de concentración y para exigir que sus canciones dejen de ser utilizadas como instrumentos de tortura.

La iniciativa es valiente porque implica suponer que, a cierto volumen y de manera prolongada, Marilyn Manson, Eminem, R.E.M, Neil Diamond o la propia canción de Barrio Sésamo pueden volver tarumba a un auditorio, lo cual uno creía que ya estaba no sólo confirmado sino recogido en un anexo de la Convención de Ginebra, pero no hace justicia a Queen, AC/DC o Bruce Springsteen, a quienes se mete en el mismo saco que los anteriores con manifiesta injusticia. El asunto, en cualquier caso, no es para tomarlo a broma. Basta con imaginar una versión española de Guantánamo, con canciones a todo trapo de Karina, Manolo Escobar, El Fari o los Pecos, y echarse uno a temblar como un niño en una noche oscura.

Lo único que nos consuela es que algo semejante aquí no hubiera podido suceder nunca porque Teddy Bautista hubiera cortado de raíz esas prácticas inhumanas. Como si se tratara de una boda en Salones Lord Winston, un espía de la SGAE se habría introducido subrepticiamente en el campo simulando ser un miembro de Al Qaeda, y en el momento menos pensado, posiblemente con los acordes de fondo de Paquito el Chocolatero, hubiera exigido a las autoridades el pago de los correspondientes derechos de autor, un pico para estos tiempos de crisis.

Lo que sigue sin estar claro es cuando Obama cumplirá su promesa de echar el cierre a la ignominia. La música nos sonó bien y hasta nos ofrecimos a formar parte de la orquesta acogiendo a algunos presos, pero al Karajan de la Casa Blanca se le resisten sus propios clarinetes. La anunciada fecha del 22 de enero de 2010 es de imposible incumplimiento, toda vez que el Congreso ha prohibido el traslado de detenidos a suelo estadounidense hasta diciembre de ese año. Guantánamo nos seguirá martirizando aunque le bajen el volumen al disco de Britney Spears.

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