Tierra de nadie

El teorema del velo

Ha dicho Najwa, la adolescente del velo, que los motivos que tiene para cubrirse la cabeza en clase e incumplir el reglamento de su instituto son dos: "Porque me gusta y por sumisión a Dios". Podría compartirse el primero, pero el segundo tiene difícil defensa. Las escuelas no sólo han de servir para mostrar los arcanos del teorema de Pitágoras o el principio de los vasos comunicantes, sino para enseñar a pensar y a dudar, incluso de los dioses, y, esencialmente, para formar a personas libres, iguales e insumisas. Najwa no lo sabe porque es joven, pero en este país está costando lo suyo sacar al hijo crucificado de un dios de las aulas, y no tendría ningún sentido aprovechar este vacío para que lo ocupe otra omnipresencia vestida de tul.

A los dioses se les glorifica en la mezquita o en la iglesia, y es absurdo dejar que entren en las clases porque eso sería tanto como dudar de su omnisciencia. Lo saben todo y, por tanto, nada puede aportarles un clase de Conocimiento del Medio. No se atenta contra la libertad religiosa por marcar ciertos límites; simplemente se la encamina hacia sus templos, que no son, precisamente, los del saber. Al fin y al cabo, para su propia satisfacción, la procesión siempre va por dentro.

El conflicto ha permitido descubrir a unos padres –los de Najwa y la de varias de sus compañeras que, solidariamente, acudieron al centro con velos- sospechosamente solícitos. Dicen apoyar las decisiones personales de sus hijas y eso está bien. Hay que confiar en que hagan lo propio si las niñas deciden hacerse un piercing en el ombligo o un tatuaje en el hombro y, además enseñarlos. Pero, sobre todo, aunque de manera aislada, empieza a mostrar los graves problemas de integración que afectan a ciertos inmigrantes y a sus hijos españoles, con los que habrá que volcarse para evitar que repitamos las malas experiencias europeas.

Posiblemente, haya faltado pedagogía para resolver un problema tan complicado como éste. A las autoridades corresponde ahora conjugar la autonomía de los centros con el derecho a la educación de Najwa, que ese sí que es inalienable. Una educación que debería ayudarle a comprender que la mejor forma de respetar a su Dios es respetarse a sí misma. Hay velos muy obstinados, que no cubren el pelo sino los ojos. Son los más peligrosos.

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