Tierra de nadie

Ser político no está pagado

Después de tantas veces como se nos ha repetido que los políticos están mal pagados en España, en algún momento temimos que les abandonara en masa su pasión por el servicio público y se dedicaran a actividades más provechosas. El déshabillé financiero de los parlamentarios ha venido a tranquilizarnos. Nuestros diputados y senadores cobrarán poco pero lo compensan con una extraordinaria capacidad de ahorro o con abultadas herencias, hasta el punto que es imposible encontrar a un representante de la soberanía popular con dificultades para llegar a final de mes. La excepción la constituía Esperanza Aguirre, y eso porque sus techos eran tan altos que no ganaba para calefacción.

Alegra sobremanera la constatación de que la crisis no ha hecho mella en su patrimonio y que, incluso aquellos con un extenso historial de entrega a la política han podido reunir un capitalito algo más que discreto. Son pocos los que no pueden exhibir un mínimo de dos viviendas y un bien alimentado fondo de inversión; un amplio porcentaje tiene sus inmuebles libres de cargas, con la tranquilidad que da eso para afrontar el futuro. No se entiende la resistencia que han mostrado hasta la fecha en hacer públicos estos datos, un ejemplo para sociedades como la nuestra en la que todos hemos vivido por encima de sus posibilidades.

Como su desahogo es evidente, es fácil imaginar los esfuerzos que han de hacer para ponerse en la piel de los ciudadanos. Sin saber lo que es perder el trabajo, sin conocer por dentro las oficinas del INEM, sin haber soñado siquiera la pesadilla de que el banco te embargue el piso y la policía ejecute tu desahucio, sin tener que comprar en la zona para pobres del Carrefour y sin haber sufrido la humillación de tener que pedir dinero para comer, los padres de la patria siempre son sensibles a nuestras miserias y calamidades.

No es verdad, por tanto, que no nos representen. A la mayoría de nosotros nos gustaría vernos reflejados en sus mismos espejos de abnegación y ahorro. Estaríamos dispuestos a tener varias casas y unos paquetes de acciones, aunque ganásemos tan poco como ellos.

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