Entre leones

El dilema de Podemos

Tras la segunda ronda de contactos, el Rey ofreció a Pedro Sánchez la posibilidad de que intentara la investidura y el líder de los socialista la aceptó con un cierto entusiasmo.

Previamente, Rajoy renunció por segunda vez al considerar que no contaba con los apoyos necesarios para ser investido.

Frente a un Rajoy amortizado políticamente e incapaz de esforzarse por tender puentes –cuatro años de ordeno y mando suelen provocar un cierto aislamiento-, Pedro Sánchez compareció ante los medios de comunicación el martes con mucha determinación: "Yo voy en serio".

Pese a que la mayoría de los medios de derechas no le dieron de entrada mucha `chance´, con titulares que ni paridos en Moncloa –‘gobierno imposible’, ‘negociación a la desesperada’, etc.-, el líder socialista lo tiene mucho más fácil de lo que parece.

Podemos y Ciudadanos, las fuerzas emergentes que querían protagonizar un tiempo político nuevo, un cambio de rumbo, necesitan que Pedro Sánchez sea investido para demostrar que interpretan la política con nuevos registros y para evitar unas nuevas elecciones.

Así las cosas, el líder del PSOE, en esa negociación a izquierdas y derechas, debería empezar por cerrar acuerdos de legislatura con Ciudadanos e Izquierda Unida bajo el lema ‘programa, programa, programa’ y sobre un amplio paquete reformista y progresista.

Tras los últimos casos de corrupción en el PP, a Albert Rivera no le cabe otra que alejarse de los populares. Y Alberto Garzón representa una IU fiable y responsable.

Con el apoyo de 132 diputados, Pedro Sánchez debe convencer a Podemos de que se sume al único cambio político posible en España aunque sea en el último minuto y a regañadientes.

Más allá del escollo insalvable del referéndum en Cataluña, el tacticismo faltón del que ha hecho gala Pablo Iglesias ante el PSOE y el propio Pedro Sánchez –tras la segunda ronda volvió a reincidir- ha convertido la oferta de gobierno de Podemos a los socialistas en misión imposible, en papel mojado.

Así las cosas, el no de Podemos a esa investidura no es tan fácil. De entrada, coincidiría con el PP. Y en la campaña de unas nuevas elecciones, el candidato socialista tendría el discurso medio hecho y el voto útil de izquierdas al alcance de su mano.

El no de Pablo Iglesias también traería aparejada una primera escisión dentro de Podemos: varias formaciones de la coalición podrían desmarcarse de la matriz y apoyar a Pedro Sánchez.

Además, un eventual rechazo a la candidatura de Pedro Sánchez reactivaría el malestar de los críticos de Podemos, que semanas atrás afearon en una asamblea en Madrid al propio Pablo Iglesias que ofreciera un pacto de gobierno al PSOE cuando a ellos les cerró esa posibilidad en varias comunidades autónomas.

De hecho, la corriente de Izquierda Anticapitalista aprobó facilitar la investidura de Pedro Sánchez sin entrar en el Gobierno.

En fin, lo dicho: no es tan difícil poner de patitas en la calle a Rajoy y al PP; el registrador y sus comisionistas se han ganado a pulso una patada colectiva en el trasero por simple higiene democrática.

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