Luna Miguel

EL LADRÓN

EL LADRÓN

Alejandro Cinque
20 años

Alejandro

Todos hemos robado algo en la vida: un partido (como aquel árbitro), un corazón (pobre pringao'), un libro de 500 páginas en un gran almacén... Sin embargo nunca había conocido a un ladrón de tal calibre. Me echaron de mi trabajo en un cine por robar chucherías. (Las nubes, pienso, que son adictivas) Cuando me pillaron no pude parar de reír, aquello me importaba tan poco. Un trabajo basura como cualquier otro es lo que Alex Cinque realizaba con la única motivación de pagarse las copas de la noche, los revelados de sus cámaras de usar y tirar o la ropa de segunda mano que porta.

Pero la mayor pasión de Alex Cinque no requiere dinero: El Dios Internet. Con el ordenador y la conexión de casa de sus padres Alex mata los tiempos muertos y los hace resucitar de forma productiva. Le interesa la moda. La belleza que hay en el mundo de la moda. Estudia Bellas Artes en la Complutense gracias a una beca MEC y hace fotografía aunque sus colaboraciones con distintos medios no se hayan traducido aún económicamente. Ya llegará. Mientras tanto, y hasta conseguir trabajar en lo que realmente nos gusta siempre nos quedarán esos trabajos de mierda en el Burguer o barriendo palomitas rancias de entre las butacas.

El mayor robo de Alex no es material sino platónico. Como fotógrafo que es, lo que hace es birlar imágenes. Robar pollas. Así, como lo cuento. Robar pollas de Internet gracias a pantallazos en chats cuyos usuarios anónimos pasan el día mostrando su cuerpo con el fin de encontrar pareja, aunque en realidad el fin último sea el de hacerse una paja. Cinque se ríe de estas cosas y se divierte buscando rarezas que capturar para luego subirlas a un blog secreto y coleccionarlas cual psicópata entrañable. Aunque visito páginas para homosexuales como Manroulette a veces he llegado a encontrar entre los usuarios tías que aprovechan para enseñar las tetas entre tanto pene, eso sí es verdadero terrorismo ¿no?

A Alex no le importa hablar de sexo. De la pornografía que visita. Al fin y al cabo la pornografía también es arte. Y el masturbador, en tiempos de intimidad devaluada es el verdadero guante blanco del siglo XXI.

Más Noticias