Otras miradas

Buzón de sugerencias franquistas

Máximo Pradera

Una persona despliega una bandera anticonstitucional en la esplanada del Valle de los Caídos. EFE/Mariscal
Una persona despliega una bandera anticonstitucional en la esplanada del Valle de los Caídos. EFE/Mariscal

Gracias a la agencia EFE, a cuya cabeza se nota ya la presencia de un periodista de los de verdad (o sea, de los que dan noticias, en vez de inventárselas), nos acabamos de enterar de que el Gobierno va a «activar» el proceso de exhumación de los restos de Franco. No tenemos ni idea de qué inexorable mecanismo se pone en marcha tras esta «activación», entre otras cosas porque Moncloa no nos lo quiere contar. Los españoles – es público y notorio– somos menores de edad y sería inútil por tanto que el Presidente saliera a explicarnos que «las dificultades son estas y las vamos a resolver tal forma»: nuestras neuronas no dan para tanto y sufriríamos un colapso mental. Lo único que ha trascendido de momento es que «se va a reunir una comisión de secretarios y subsecretarios», lo cual produce inquietud y zozobra, porque ya decía Napoleón que «si quieres solucionar un problema, nombra un responsable y si quieres que el problema perdure, nombra una comisión». Sea como fuere, ante el anuncio de la familia Franco (proferido en realidad como ridícula amenaza) de no hacerse cargo de los despojos de su sanguinario consanguíneo, parece evidente que el principal problema que se le plantea al Gobierno no es la exhumación – que, una vez obtenido el beneplácito de la Santa Madre Iglesia es, según los expertos, más fácil que sacar de quicio a Hermann Tertsch – sino la reinhumación del dictador: ¿dónde coño lo ponemos?

En Twitter, alguien ha lanzado la feliz idea de arrojar sus restos a una cuneta aleatoria y secreta, para que los familiares dediquen, como les ha tocado hacer a miles de republicanos, los próximos 40 años de su vida a encontrarlos. Pero hoy estoy creativo y aquí van más propuestas:

1) Sepultarlo en la base militar de Gando. El 17 de julio de 1936, Franco se desplazó desde Tenerife – donde estaba destinado –a Las Palmas– para asistir a las exequias de un general al que algún historiador dice que mandó ejecutar él mismo – y desde allí, sin permiso del Gobierno de la República, voló a Marruecos para ponerse al frente del ejército golpista de África. Sería de justicia poética que obligáramos a Franco a permanecer para siempre en el lugar de donde nunca debió despegar, por la sencilla razón de que no tenía autorización para hacerlo.

2) Exhibirlo en el Museo de Cera. Todos los forenses aseguran que el cadáver del dictador fue momificado, y que teniendo en cuenta que las técnicas de embalsamamiento en 1975, aunque fuera en la España atrasada y sórdida de Girón y Piñar, eran ya algo más avanzadas que en el Egipto de Tutankamón, el cuerpo debe de hallarse en un estado de conservación excelente. Una momia tan en forma podría competir en verosimilitud y prestancia con las figuras del Museo de Cera de Madrid, pues a nadie se le oculta que estas se parecen tanto a los originales como una portada de ABC a una noticia de verdad. De hecho, siempre que voy con niños al Museo, jugamos al juego de «¿Quién se parece menos?» y suelo ganar yo con el monigote sedente de Franco, que es como un un cruce entre Saza y Antonio Gamero, solo que con uniforme del Ejército de Tierra.

3) Hacerle Presidente del PP. El escrito de la juez Rodríguez Medel, en el que recomienda al Tribunal Supremo que procese a Pablo Casado por varios delitos, está tan bien fundamentado, que me apuesto todas mis fotos de Marisol a que el sucesor de Rajoy será empapelado en la temporada otoño/invierno y eyectado de Génova 13 a la misma velocidad que su más fiel esbirro escupe huesos de aceitunas. ¿Quién mejor entonces para estar al frente de una banda fundada por un ministro de Franco –un partido cataléptico, que se opone al aborto, a la inmigración y a la propia exhumación del dictador–que la persona que inspiró su ideología y estatutos?

4) Meterlo en una sonda espacial Voyager para que los extraterrestres conozcan también lo puto peor del ser humano. En la actualidad, ya hay dos sondas no tripuladas, lanzadas en 1977, que corren al encuentro de civilizaciones interestelares, portando imágenes y sonidos de lo más eximio que es capaz de producir el ser humano. ¿Por qué no lanzar una tercera sonda con lo más execrable, para que los marcianos sepan a qué atenerse sin algún día invaden la Tierra? El pack incluiría, además de la momia del caudillo de níveo trasero, todas las ediciones de Gran Hermano, los escasos programas de Maldita la Hora que yo mismo perpetré en Antena 3, el gallo de Manel Navarro en Eurovisión, las explicaciones de Doña Finiquito sobre el despido de Bárcenas, un vídeo de Revilla cantando en las fiestas de su pueblo, las reflexiones de Rubalcaba y Valenciano sobre «la cuevita de la izquierda y la versión de Space Oddity de Los Hermanos Calatrava.

No sé en qué demonios estaba pensado Pedro Sánchez cuando nombró al jesuítico Iván Redondo como su Rasputín particular. ¡Con la cantidad de buenas ideas que le doy yo al mes desde estas páginas!

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