Otras miradas

El idioma español y la medicina

Antonio Campos Muñoz

Antonio Campos Muñoz

Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina y Director Adjunto del ‘Diccionario de términos médicos’

En los últimos años, una de las actividades más importantes a la que han dedicado su voluntad y esfuerzo los miembros de la Real Academia Nacional de Medicina ha sido, sin duda, a la redacción del Diccionario de términos médicos. Un diccionario a cuya elaboración ha contribuido de modo sobresaliente un acreditado equipo técnico y lexicográfico dirigido por el doctor Fernando Navarro, especialista en lenguaje médico. La mera existencia del diccionario constituye, por los criterios con los que ha sido elaborado y por las novedades que aporta, un verdadero hito en la medicina que se ejerce, habla e investiga en nuestra lengua.
En un reciente estudio del Instituto Cervantes se afirma que la aportación del español al PIB representa el 16% y que nuestro idioma representa un valor en alza. Víctor García de la Concha, director durante muchos años de la Real Academia Española, ha afirmado asimismo que para que un idioma sobreviva y progrese es necesario que la lengua sea utilizada por un gran número de personas, que tenga un carácter unitario, que esté presente en las tecnologías y que sea una lengua importante en la diplomacia, la ciencia y los foros internacionales. Fernando Lázaro Carreter, que fue igualmente director de la Real Academia Española, señaló en su día que el porvenir del español no está en su crecimiento exterior –Brasil o Estados Unidos– o en las contiendas oficiales interiores sino, sobre todo, en que quienes lo hablamos sintamos que detrás existe el respaldo de una cultura respetada.

La publicación de este diccionario constituye un poderoso instrumento, en el ámbito del mundo hispanohablante, para impulsar gran parte de los objetivos enumerados y contribuir por tanto al desarrollo y la difusión de nuestra lengua. La obra va a contribuir en efecto a fomentar un lenguaje médico unitario y compartido, a desarrollar un lenguaje médico en español que aminore el uso indiscriminado de extranjerismos, a facilitar la traslación tecnológica, a ser y dar respaldo a la cultura médica hispánica y, finalmente, a potenciar el incremento del PIB en el ámbito sanitario.
El Diccionario de términos médicos contiene 65.000 acepciones con 24.471 equivalentes en inglés y 583 siglas, símbolos y abreviaturas. Las definiciones, muy rigurosas, poseen homogeneidad y coherencia interna y una información normativa muy abundante sobre usos, ortografía y aspectos del lenguaje médico sobre los que con frecuencia se suscitan interrogantes y dudas. Aunque el diccionario está básicamente dirigido a los profesionales sanitarios, su lectura va a ser extraordinariamente útil para numerosos profesionales que utilizan los términos médicos en desarrollo de su actividad laboral como son por ejemplo los traductores, los periodistas o los divulgadores. El público en general puede también encontrar en la obra el concepto y el dato preciso que separa la claridad de la confusión y la seguridad de la duda. Esto es especialmente importante en un mundo estrechamente conectado a internet en el que la información fluye con gran velocidad y en el que los conceptos y los datos médicos no siempre están científicamente contrastados.
En relación con las características del diccionario es muy importante reseñar algunas de las singularidades que posee y que constituyen sin duda rasgos muy novedosos para un diccionario científico de esta naturaleza. Por un lado hay que destacar que los autores de las definiciones, a las que con anterioridad he hecho referencia, han tenido siempre como objetivo desarrollar definiciones estrictamente técnicas, y ajenas a cualquier juicio o connotación de valor que pudiera lastrar su interpretación por parte de lectores no profesionales del diccionario. Por otra parte es importante señalar también que junto a la definición técnica se ha añadido en numerosas ocasiones la significación e interpretación coloquial del término, pues no podemos olvidar que muchos términos son también utilizados por los propios pacientes para expresar ante el médico el sentir de su dolencia. La mejor forma de ver lo que acabo de decir es sin duda con un ejemplo. El diccionario define el término fatiga técnicamente con acepciones de cansancio en relación con una disminución funcional orgánica o una disminución de la resistencia mecánica de un material o un instrumento, pero añade también dos acepciones coloquiales vinculadas al lenguaje popular, pues fatiga para muchos españoles, fundamentalmente del sur, significa náusea y para otros significa disnea, esto es, sensación subjetiva de falta de aire. Entre otras singularidades del diccionario hay que destacar también la existencia de más de 27.000 observaciones sobre el uso correcto de los términos y sobre la posibilidad de confundir términos que, siendo distintos, pueden parecer similares, como por ejemplo dosis tolerada y dosis permitida.
La presentación y aparición del Diccionario de términos médicos el 27 de septiembre de 2011 marca un hito en la lengua española, que dispone por primera vez de un diccionario académico de la medicina con todo lo que ello implica. El diccionario que ahora nace, tras muchos años de trabajo y esfuerzo, ha sido el sueño y la meta de muchas generaciones de académicos y estudiosos de la medicina española e hispanoamericana y constituye sin duda una de las obras más importantes realizada por la Real Academia Nacional de Medicina en sus casi 300 años de historia.
Si como ha afirmado recientemente José Manuel Blecua, actual director de la Real Academia Española, "la identidad del hablante con la lengua es lo más propio que le une con el mundo", resulta evidente que dar rigor al lenguaje, en el que expresan su dolor y reciben su esperanza más de 400 millones de personas, contribuye, sin duda, a fomentar esa identidad y a hacer del lenguaje médico un instrumento próximo a la convivencia y a la incardinación del ser humano en la sociedad y el mundo en el que vive. El futuro éxito del diccionario que la Real Academia de Medicina ha impulsado será por tanto el de todos aquellos que en España y América somos protagonistas conjuntos de una medicina y de un idioma compartido.

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