Recién levantao

Chávez 'forever'

Pausa de media mañana en el curro: en el bar tienen la tele puesta y te enteras de que los venezolanos tendrán Chávez para rato. Podrá ser reelegido en 2012, un tema que tenía a todo el país... uh, preocupadísimo. Las calles repletas, la gente feliz, ondeando banderas. La tercera revolución bolivariana, dicen. Piensas: la tercera... y hasta el infinito y más allá. Hasta que Chávez deje a alguien de confianza al mando (¿un hermano, quizá?). En la tele, oyes a Chávez: "Hoy han escrito mi destino político, que es igual al destino de mi vida". Qué tío: "Han escrito". No "he", "han". Nadie con tanta y tan poca diplomacia le había pillado tanto... ¿el punto al pueblo?

Te traen el pincho de tortilla. Te preguntan: ¿algo de beber? Dices: no, gracias. En seguida te arrepientes, porque la tortilla, a palo seco, viene a ser como masticar estropajo. Piensas: la voluntad del pueblo nos seguirá dando lecciones de democracia siempre. El pueblo se manifiesta, opina, elige. En 2007 hubo otra votación similar y salió dequeno. Chávez esperó... e insistió. Y, en premio, ahora, sale dequesí. Un tertuliano, en la tele, comenta escandalizado que Chávez, esta vez, aseguraba que haría caso a la voluntad popular (en una democracia, siempre que hay un referéndum, es una aclaración imprescindible, sí). En resumen: si respetas la voluntad del pueblo las veces que sea necesario... al final te da la razón. Te suelta: que sííííí, que... lo que tú digas. Si eres paciente, al final el pueblo acierta la respuesta.
Sales a la calle con la sensación de llevar una bola de tortilla en un pulmón. Piensas: ese es el gran consuelo que nos ofrece la democracia, pase lo que pase, la gente puede cambiar de opinión. Y vuelves al bar y pides algo de beber.

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